Puerto: Denuncian ola de robos sin freno y piden erradicar la villa y la venta de drogas

En el corazón comercial del Puerto, en Mar del Plata, los comerciantes viven horas de creciente tensión. En los últimos días, un nuevo hecho delictivo volvió a encender las alarmas entre los vecinos y comerciantes de la zona de 12 de Octubre. Desde la Asociación de Fomento del Puerto, su presidente, Xavier Marcone, en diálogo con “el Retrato” fue contundente: “Estamos totalmente abandonados. No hay presencia de seguridad real, y los robos se repiten a diario”.

Marcone no se anduvo con rodeos al explicar el panorama que enfrentan: Los comerciantes  del Puerto, especialmente en la calle 12 de octubre, cuentan con más de 200 comercios entre la Avenida de los Trabajadores y Triunvirato, sufre una ola persistente de delitos que, según denuncia, proviene de asentamientos precarios ubicados en zonas críticas del barrio. “Hay cuatro focos bien definidos desde donde vienen quienes nos roban: Pescadores y la vía, Figueroa Alcorta, Bermejo y Posadas”, enumeró, haciendo hincapié en los accesos que conectan directamente con villas cercanas.

La cercanía de la Comisaría Tercera ,a solo dos cuadras de algunos de estos puntos conflictivos,  parece no disuadir a los delincuentes. “No tienen ningún pudor. La policía está rodeada. Es una situación que claramente los supera”, expresó con resignación.

“El Delegado Municipal está totalmente ausente”

Pero la crítica no se detuvo ahí. El titular de la Asociación de Fomento apuntó con dureza a la dirigencia política, tanto municipal como provincial. “El delegado municipal está absolutamente ausente. Deja proliferar los cuidacoches, los vendedores ambulantes que se instalan como si fueran puestos fijos. Y muchos de ellos, con total seguridad, hacen de campana para coordinar arrebatos”, denunció. En su visión, la venta de drogas y el delito se han naturalizado en sectores específicos como Edison y Juan B. Justo, donde la presencia de bancos parece ser un imán para las bandas delictivas.

En más de una oportunidad, los comerciantes intentaron canalizar sus reclamos por los carriles institucionales. Pero la frustración crece. “Tuvimos una reunión con el intendente Montenegro, pero hace política para el presidente. Viene al barrio, promete, da un número de teléfono que no es el de él y no deja interlocutores válidos. Después, desaparece”, lanzó, visiblemente molesto.

Respecto al delegado Patricio Ciminelli, fue igual de contundente: “Ya es un éxito encontrarlo en la delegación. Hay que llamarlo, mandarle mensajes, ver si te contesta. Y mientras tanto, la situación empeora”.

“Hay que erradicar la villa y la venta de drogas”

Frente a la pregunta de si se han evaluado alternativas como la contratación de seguridad privada, Marcone descartó esa posibilidad de plano: “No tiene sentido. Esto sucede de noche, en zonas muy amplias. No es un tema de vigilancia privada, es un problema estructural”. Para él, las soluciones cosméticas no alcanzan. “No se trata de dar una aspirina para bajar la fiebre. Hay que atacar el foco: erradicar la villa y la venta de droga”.

El reclamo por la erradicación de las villas instaladas en tierras federales y municipales no es nuevo, pero choca con la falta de voluntad política. “Es un proyecto a mediano plazo, y como no da rédito político, nadie lo toma en serio. Así estamos”, explicó.

En términos territoriales, Marcone detalló que parte del asentamiento está sobre terrenos del ferrocarril ,jurisdicción nacional, mientras que otra porción corresponde al municipio. “Es hora de que el Estado tome posesión de sus bienes y actúe”, reclamó.

Pero más allá del planteo estructural, el dirigente barrial insistió en la necesidad de medidas inmediatas. “La solución empieza con algo tan básico como hacer presencia. Que el poder político se ponga las botas, camine los puntos críticos, esté en la calle. Si no, esto no se frena más”, sentenció.

Los comerciantes del Puerto siguen viviendo con miedo

Mientras tanto, los comerciantes del Puerto siguen viviendo con miedo. Algunos optan por cerrar temprano, otros, por instalar cámaras o alarmas, pero todos comparten una sensación común: la de estar librados a su suerte. En palabras de Marcone, “ir a comer a un restaurante como El Gancho, en 12 de Octubre y Avenida de los Trabajadores, en plena zona comercial, implica salir en grupo, rápido, como si uno estuviera en una zona liberada. Así no se puede vivir ni trabajar”.

Con la temporada invernal a las puertas y la actividad económica resentida, el clima social en el Puerto se enrarece. Los vecinos piden respuestas, acciones concretas y, sobre todo, presencia estatal. Hasta ahora, sólo han recibido promesas y números de teléfono que no contestan.