Hace 8 días mi ciudad sufría el ataque climático más brutal de los últimos 100 años.
Fue una “turbonada”, dijeron los meteorólogos. Palabra novedosa. “Una turbonada es un aumento repentino y fuerte de la velocidad del viento que suele asociarse o acompañarse de tempestades, lluvias, o tornados.”
Se dio todo durante casi 40 minutos.
Arraso a Bahía Blanca, y alrededores.
Y arraso , echó por tierra, destruyo el esfuerzo de miles de bahienses.
Desaparecieron casas, comercios y grandes instalaciones deportivas.
6 clubes, autódromo, etc. etc.
Se los llevo el viento. Así de simple.
13 vecinos, incluyendo un niño de 5 años y su padre, murieron en la hecatombe en el estadio de Bahiense del Norte, el club de Manu Ginobili, que hoy preside su hermano.
No hubo una gran duelo porque todo ocurrió en medio de una actividad infernal para recuperar los servicios.
Todavía los barrios más caros, Palihue, Patagonia y próximos siguen con calles cortadas por las arboles, sin luz, sin agua sin nada.
Muchos escapan a los lugares donde tienen casas de descanso.
Vino el Presidente Milei con las manos vacías y defraudo a un electorado que al 60 % voto por él.
Seguro ustedes saben mucho de eso.
Pero los troncos recién cortados en la Plaza central, eran de un gran árbol.
Lo uso para mostrar el otro lado del drama.
Así, como estos troncos a los que les llego su motosierra, quedo el alma y la vida de muchos vecinos al ver lo que había quedado de sus sueños estragados.
Hable con varios y ni siquiera tenían fuerzas para llorar.
Era la mirada perdida preguntándole a Dios, “por qué nosotros.” No había respuesta.
Hay una notable solidaridad comunitaria y ya se puede afirmar que Bahía Blanca resucito entre sus escombros.
Pensaba que bien vienen, para cerrar, estos versos de Machado:
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.”
Abrazo y Feliz Navidad para todos.