Ricardo Auer: Medio Oriente y el desorden global

El grupo palestino Hamas atacó sorpresivamente a Israel a una escala sin precedentes: disparó miles de cohetes, infiltró militantes en territorio israelí y tomó un número indeterminado de rehenes, iniciando una escalada del conflicto, muy superior a la llevada a cabo durante los últimos 50 años, después de la Guerra de Yom Kippur en 1973. En algo se asemeja al 11 de septiembre en EEUU. Intentaremos mostrar cuál fue la lógica estratégica detrás de estos acontecimientos

El contexto geopolítico internacional

El desorden global es propio de la transición entre el antiguo orden hegemónico de EEUU (que ordenaba los espacios y conducía los conflictos) al mundo multipolar (que aún no tienen la capacidad de ordenamiento racional de los conflictos) hacia el cual nos encaminamos. Los múltiples actores que hoy se despliegan en el globo, sean potencias intermedias, grupos de poder locales, o la “corporacracia” globalista realizan múltiples acciones, buscando sus beneficios o bien defendiendo sus intereses. Nadie ordena las sucesivas crisis, cada vez más irracionales, produciendo crecientes niveles de incertidumbres. Con mayor libertad de movimiento, se toman decisiones que afectan dinámicamente los escenarios regionales y globales. Lo hacen los estados árabes, Israel, pero también los grupos extremistas de todos los bandos. Las guerras adquieren así todas sus características posibles: convencionales, asimétricas, proxis e híbridas. Y en todos los escenarios: Ucrania, Yemen, África del Sahel, Cáucaso, y no podía faltar el antiguo conflicto palestino.

La Unión Europea apoya irrestrictamente a Israel. El actor clave es EEUU que, sin dudas, respalda a Israel desde hace tiempo, enviando ayuda militar, porque lo considera su principal socio en la zona. China no jugará fichas importantes en este conflicto, al igual que India, cercana a Israel. Rusia, por el contrario, que no mantiene una posición estrictamente pro-árabe (como si lo hacía la URSS) se posicionará a cierta distancia, ya que Israel nunca la criticó demasiado en el conflicto ucraniano y Putin ha sostenido internamente una enorme libertad para el judaísmo religioso. Sintetizando, los actores centrales de este conflicto quedarán en la esfera anglosajona versus el mundo musulmán, aunque los dos con fuertes contradicciones internas. Lo que es relevante serán sus inmensas consecuencias geopolíticas. Como Israel prevé involucrar a Irán, muchos analistas creen que eso no sería tan sencillo, ya sea por su acercamiento a Rusia, o por su control del estrecho de Ormuz, por donde pasa el grueso del suministro del petróleo. Una escalada mal calculada podría afectar también al Canal de Suez. El control de los pasos marítimos se vuelve clave del conflicto. Por eso EEUU está desplegando en zona su poderoso portaviones estrella, USS Gerald R. Ford (CVN-78).

Historia

El conflicto (aún liviano) entre los judíos sionistas y los palestinos tiene su origen un siglo atrás, durante el Imperio Otomano. Pero escaló con la creación, apoyada por Gran Bretaña, del Estado de Israel en 1948. Muchos miles de árabes fueron expulsados, vía guerras, de sus territorios. Más recientemente debemos recordar los Acuerdos de Oslo (1993/1995) impulsados por EEUU, firmados por Rabín y Araft, cuya agenda contemplaba (sin fecha cierta) la creación de un Estado palestino plenamente soberano basado en los territorios ocupados por Israel en 1967: Cisjordania (5900 Km2) y Gaza (360 Km2) y asegurar mecanismos de fronteras seguras para Israel. En ambos lados hubo disidencias internas: HAMAS (Movimiento de Resistencia Islámica) y grupos extremistas judíos; que fueron los que, luego, terminaron asesinando a Rabín. Nada de lo acordado se cumplió y en 1996 asume Benjamín Netanyahu, que desde entonces volcó la situación política interna israelí hacia la conquista de mayores territorios y a la construcción de un estado homogéneamente judío, menospreciando a la Autoridad Palestina (Al Fatah de Arafat), el teórico gobierno de sus territorios, que fue perdiendo poder político y territorial. Luego de varias intifadas y muerto Arafat en el 2004, ya en el 2006 Hamas le gana el “gobierno” de Gaza a Al Fatah, en elecciones democráticas, y comienza otro tipo de lucha, más dura y confrontativa.

Palestina

Hamas se inicia en 1987 como parte de “los hermanos musulmanes”, un movimiento conservador religioso y tradicionalista, fuerte en Egipto, bajo los principios de la destrucción del sionismo y el Estado de Israel. En Gaza se constituye en Estado y construye una amplia red social en los barrios populares, al igual que el Hezbollah en el Líbano. De allí su arraigo en las masas gazaríes, que ven en ellos un espacio de lucha y de esperanza, ante la ineficiencia y resignación de la Autoridad Palestina de Al Fatah. Eso le permitió resistir los ataques israelíes en esta zona, sitiada por mar y tierra y cercada por una valla impresionante. Si bien Israel le provee electricidad y agua, los movimientos de sus habitantes están absolutamente limitados por la seguridad israelí. Gaza se ha convertido en una especie de gueto o cárcel a cielo abierto, en la cual sus más de 2 millones de habitantes son rehenes de Hamas y de Israel, y que tampoco ningún país árabe quiere recibir, en caso que quisieran emigrar. Las perspectivas palestinas, con disminución continua del control de su propio territorio, tanto en Gaza y peor aún en Cisjordania; su cada vez menor autonomía y disponibilidad de recursos, son el camino a su lenta desaparición.

El panorama visto desde de Gaza es la siguiente: el escenario regional se encaminaba hacia el abandono y el olvido del “problema” palestino, ya que Arabia Saudita encaminada a normalizar su relación con Israel; Qatar y Argelia proseguían siendo pro palestinos; Turquía con Erdogan siempre se coloca en el centro para ofrecer su mediación. No contando con el anterior apoyo de las ya destruidas Siria, Irak y Libia, la posición palestina carecía de destino cierto. Estamos describiendo la posición geopolítica de sus dirigentes, ya que a nivel popular aún existe la UMMA (una concepción de unidad y solidaridad del mundo musulmán) que siempre presiona a sus dirigentes. Solo le quedaban de su lado a los palestinos (que son sunnitas) los chiitas de Irán y sus apéndices (Hezbollah y otros). Esta situación de absoluta debilidad podría, tal vez, explicar (aunque nunca se puede justifique el horror de atacar a tantos inocentes) que Hamas haya pateado el tablero, para lograr un cambio de la situación. Lo ha hecho con una operación militar cuidadosamente programada, que guarda cierta semejanza (por su impacto emocional) con el 11S de EEUU. Operación más de inteligencia que propiamente militar, porque debe destacarse que aprovechó ciertas deficiencias y problemas políticos internos dentro de Israel, que detallaremos.

Israel ha buscado constantemente estabilizar sus fronteras y salir de su vida cotidiana militarizada. Su estrategia era hacer acuerdos con los Estados Árabes, pero dejando latente y sin aceptar la creación del Estado Palestino en su frontera directa. Arrancaron con los “Acuerdos de Camp David” (1978), entre el egipcio Sadat y el israelí Beguín, asegurando su frontera sur y devolviendo el control del Sinaí a Egipto, previamente desmantelado de las colonias judías. Ese acuerdo ya incluía la creación del estado Palestino en tierras de Gaza y Cisjordania (jurisdicción jordana). Le siguieron, de la mano de EEUU, los “Acuerdo de Oslo” y los recientes “Acuerdos de Abraham” (2020) con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin, Marruecos y Sudán. Arabia Saudita, el más importante de todos, iba a ser el próximo candidato; país que nunca había reconocido a Israel. Era el final anunciado del Proyecto Palestina Libre.

La sociedad israelí está atravesada por una enorme grieta, donde el gobierno derechista de Netanyahu, aliado con los ultra-ortodoxos religiosos llevaba adelante, no solo la ocupación sistemática y progresiva de la Cisjordania, ante la impotencia de la Autoridad Palestina, sino que estaba en camino, mediante reformas institucionales, a ejercer un control directo sobre la Corte Suprema para ejercer la Justicia desde la política, dado que, al no tener Israel una Constitución formal y escrita, la legalidad de las acciones queda en manos de la Corte Suprema. Es decir, marchaba hacia un régimen más autoritario y confesional, con reglas de juego discrecionales. Eso también dividió políticamente a los integrantes de sus FFAA y de sus Servicios de Inteligencia y no habría que descarta una relación tóxica múltiple entre ellos.

El gran fracaso estratégico personal de Benjamín Netanyahu ha sido socavar a la Autoridad Palestina en su afán por crear un estado palestino, a pesar de que ésta ha trabajado estrechamente durante mucho tiempo con los servicios de seguridad israelíes para mantener tranquila a Cisjordania. Eso agrandó el poder de Hamas. La política de “divide y vencerás” solo llevó a crear una situación de mayor extremismo y violencia. Tal vez despreció el problema palestino y sólo se guió por su visión de destruir a Irán, al que considera el mayor peligro de Israel, contando con el apoyo de EEUU, aunque éste siempre ha tenido una relación de contención y no de destrucción con los iraníes. Por su enfoque militarista, basado en la fortaleza de su tecnología militar, imaginó el mantenimiento at eternum de una contención de baja violencia, pero manejable. O tal vez ahora se buscó acelerar los tiempos y buscar una solución al “problema” palestino. O un combo de todo ello. Difícil saberlo.

Escenarios futuros

Israel puede ganar la batalla de Gaza, pero puede perder la guerra. Si masacra demasiados palestinos inocentes o pierde muchos rehenes va a tener problemas internos y externos. Eliminar fácilmente a Hamas es literalmente imposible, porque los combates urbanos son siempre muy costosos en bajas; los túneles que posee Hamas complican aún más el combate cuerpo a cuerpo, y además el pueblo gazarí está muy influenciado económicamente, social y religiosamente a favor de Hamas y va a resistir, algunos inmolándose.

El problema no es militar y todo depende también de lo que ocurra en Cisjordania, donde ya hubo levantamientos previos, y el accionar, por ahora muy cauto, de Hezbollah desde el Líbano. Cualquier exceso deteriorará las relaciones con todos los países árabes; el mismo EEUU y la Unión Europea ya han alertado de no cruzar ciertos límites. Cualquier empeoramiento del conflicto empezará a alterar la seguridad energética mundial. Los mercados son muy sensibles a cualquier conflicto en Medio Oriente. No hay opciones óptimas para Israel. Hamas lograría el mejor resultado de su operación, si Israel persiste en el mismo camino seguido hasta ahora, de adentrarse en Gaza o en Cisjordania o se endurece aún más. Tampoco puede parecer blando. EEUU deberá seguir muy de cerca el conflicto para no enredarse aún más en todos los frentes que se siguen abriendo.

Aunque se realice una gran tarea y se desmonte la escalada, aún quedará pendiente un gran dilema: ¿Qué hacer con la Franja de Gaza y sus más de 2 millones de habitantes?

(Especial por   Ricardo Auer)