Luego de la pandemia del COVID las estafas virtuales crecieron entre un 700 y un 800%

En la convergencia de las redes, plataformas digitales y medios de comunicación actuales; los robos y las estafas no se detienen, muy por el contrario, se convierten y acompañan a la vorágine producida por la era de la conectividad.

Cómo protagonistas del mundo de internet, nadie queda exento de los ciberdelincuentes que se encuentran al acecho detrás de las pantallas.

El Ingeniero Santiago Trigo y perito informático del Ministerio Público de Buenos Aires / Investigador Info-Lab; conversó sobre el tema con el Retrato “ La pandemia disparó las estafas virtuales. En el 2020 con respecto al 2019 crecieron entre un 700 y un 800%. Los delincuentes aprovecharon la situación en cuanto al cambio en la modalidad en las transacciones de presenciales a virtuales”

“En la estafa virtual, contrario a lo que uno cree, los delincuentes pretenden vulnerar personas, no sistemas. Ellos, en este caso, no son especialistas informáticos; son especialistas del engaño y ese engaño se realiza a través de lo que se denomina ingeniería social. Se trata de artilugios en la manipulación de personas para ganarse la confianza de las víctimas; las que luego le brindan la información al estafador ya sea el token bancario o su acceso a su propio Whatsapp” agregó Trigo.

Una de las primeras aristas de la ingeniería social es lo que se denomina phishing  o suplantación de identidad, ya sea de instituciones bancarias, empresas  o personas para engañar a la víctima .

Unas de las estafas clásicas son aquellas en donde el delincuente se hace pasar por el Ministerio de Salud. A partir de entonces, dicha institución, le facilita a la víctima un supuesto código que llega por mensaje. Una vez proporcionada esta clave al estafador, éste puede acceder a la cuenta de la víctima sin que aquella tenga la posibilidad de volver a entrar a esta aplicación. El estafador logra, de esta manera, adueñarse del WhatsApp ajeno para, hacerse pasar por la victima entre sus contactos y así solicitar dinero a partir diferentes pretextos.

CIBERDELINCUENCIA EN PRIMERA PERSONA

A partir de una publicación hecha a través de la conocida plataforma de compra- venta Marketplace, luego de algunas horas de la difusión del producto; un hombre se contacta al WhatsApp de la vendedora, el cual solicita la cama publicada.

Al comprador, parece interesarle más abonar el producto que adquirirlo. Luego de conversaciones por teléfono y vía WhatsApp,  el falso perfil de Facebook, detrás de una identidad ficticia, se presenta bajo una engañosa simpatía que invita a acreditar su intención de compra. Bajo un discurso construido para envolver a la próxima víctima, éste usuario de la red social procede a enviar el comprobante de pago del producto valuado en $7.500. Pero en aquel, se distingue fácilmente la diferencia entre lo transferido y el valor real.

Luego de varios minutos, quien se esconde bajo un perfil ficticio de un agente de la policía para generar cierta credibilidad, vuelve a realizar un llamado. Esta vez la tranquilidad quedó de lado. El estafador, ahora se expresa en un tono apurado para poder explicar ” la equivocación” en el importe transferido; lejos quedó la calma del principio.

En la conversación, expresa que, por el error en la diferencia del dinero, su banco se va a contactar con el titular de la cuenta para verificar la titularidad de quién recibió el monto incorrecto. De esta forma, se apela a la buena fe de la víctima, para, más tarde simular ser el banco, el cual retendrá la cuenta del “damnificado“. En este modus operandi se solicita una clave que es de USO EXCLUSIVO del titular del banco.

CÓMO RESGUARDARSE DE LA CIBERDELINCUENCIA

Es importante destacar que, desde entidades bancarias, instituciones públicas o privadas, bajo ningún concepto se solicitan claves alfanuméricas, tampoco fotos del DNI ni códigos. Los activos de información no pueden ser vulnerados de ninguna manera.

Cada usuario, debe hacer uso de sus claves bancarias de forma confidencial. Los bancos no tienen acceso a esa información personal, ni tampoco será solicitado por trabajador alguno de dicha institución. El cliente es el único que debe configurar y saber sus ID y respectivas contraseñas, las cuales no deben ser facilitadas a terceros.

Una vez otorgados estos datos, la cuenta bancaria queda a total disposición de los delincuentes, pudiendo hacer uso exclusivo de aquella, en cualquier momento y de cualquier forma.

Santiago, añade que, en lo que concierne a Whatsapp respectivamente, es recomendable la “verificación en dos pasos” que la red de mensajería posibilita a sus usuarios, y permite eliminar el código que los ladrones envían por mensaje. Esta herramienta permite la creación de un pin de uso exclusivo, el cual hace a la imposibilidad del acceso al estafador.

En cuanto a las estafas a través de correos electrónicos es de suma importancia chequear el remitente de dicho mail. Cuando en el cuerpo del correo se distingue una supuesta entidad bancaria es imperante prestar especial atención a que el nombre del emisor coincida con el nombre de la institución que se describe en el cuerpo del mensaje. Además, es importante señalar que, si la cuenta emisora es verídica, aquella tiene un dominio propio; luego del “@” dirá la denominación de la organización en cuestión.

ESTE FLAGELO ES CADA VEZ MÁS COTIDIANO

En ciertas modalidades de ciber-estafas, los robos se producen a través de débitos en la nueva cuenta a facilitada o mediante la solicitud de créditos a entidades crediticias muchas veces fantasmas.

Cuando se trata de transferencias reales, si la operación se realiza entre distintos bancos puede demorar algunos días en que el dinero se acredite al destinatario

Este flagelo es cada vez más cotidiano. Las modalidades de robo se transforman y los ladrones se aprovechan de las más sutiles distracciones. Esta metodología llamada credin-debin es cada vez más utilizada en el mundo delictivo. Las denuncias en los bancos se multiplican todos los días y los damnificados, muchas veces, no tienen otra respuesta que la indicación de no brindar datos personales ya que los mismos fueron proporcionados por los usuarios de forma “voluntaria” pese a haber sido engañados.

En caso de ser víctima de este tipo de delitos, la fiscalía de delitos económicos ubicada en Tucumán y Garay de Mar del Plata es la institución responsable para denunciar este tipo de fraudes.

Por Karen Sternberg