La realidad virtual es una de las tecnologías de presente y futuro en la que muchas industrias están haciendo un esfuerzo enorme para aplicarla. Ya encontramos casos en el ámbito de la educación y la formación, el famoso metaverso, o del mundo de los videojuegos, tres de los campos en los que tiene más presencia y donde su acogida está siendo más exitosa por parte de los usuarios. Poco a poco, también se deja ver en el sector deportivo, un aspecto en el que a continuación entraremos con más detalle.
Antes de entrar en materia, para aquellos menos habituados con el concepto, repasaremos de qué se trata la realidad virtual. Esta es la tecnología que crea un entorno de escenas y objetos simulados, aunque con apariencia totalmente real, que es generado por tecnología informática y busca en todo momento la sensación en el usuario de estar inmerso en esta experiencia como si se tratase de manera física. Para ello, se acompaña de aparatos como cascos o dispositivos manuales especialmente diseñados para ello.
Espectadores protagonistas de la acción
Desde el punto de vista del espectador, aquel que quiere disfrutar de un evento deportivo, la realidad virtual puede cambiar la manera de vivirlo de una manera total. Ya no es necesario desplazarse hasta el recinto deportivo que acoja ese choque y se puede hacer de manera virtual con la total comodidad que brinda el hogar. Poniéndose el casco, o las gafas en su defecto, uno se puede trasladar a las gradas de partidos que se disputan en la otra punta del mundo.
Esta tecnología, que todavía está desarrollándose, no solamente ofrece la visión en 360 grados de aquello que puede suceder en un estadio de fútbol o un pabellón de baloncesto. Hay otros valores añadidos como puede ser el disfrutar de la ambientación propia del lugar, con los gritos de ánimo de las aficiones, o el hecho de contar con estadísticas y grafismos en tiempo real sobreimpresionados en la imagen aprovechando la realidad aumentada.
Más oportunidades para los deportistas
En cuanto a los deportistas o practicantes de un deporte, sea este físico o mental, la presencia de la realidad virtual puede ser de gran valor si se aplica de manera correcta. Por ejemplo, en aquellas prácticas que tienen el intelecto como principal motor, como el póker o el ajedrez, ya podemos ver partidas de primer nivel aprovechado la tecnología inmersiva compartiendo mesa con otros usuarios o disputando una batalla de blancas y negras dando gran importancia a la animación.
En disciplinas deportivas que exigen un desgaste más físico, la realidad virtual también presenta algunas ventajas. Algunas de ellas tienen relación con el entrenamiento. Un caso evidente de ello es cómo ciclistas profesionales, cuando las condiciones meteorológicas no lo permiten, se conectan para tener una experiencia lo más parecida posible a las carreras que realizan durante su calendario. Estadísticas en tiempo real mientras uno se ejercita.
Esto tiene estrecha relación con la perfección de las habilidades de cada uno, llegando a simular con esta tecnología situaciones muy parecidas a la realidad, y al trabajo de nuevas técnicas para dar mejores resultados. Poniéndose en la piel del principal protagonista y teniendo una visión real de todo lo que ocurre, será más fácil establecer las bases en las que trabajar. No es lo mismo ver una jugada desde fuera, que vivirla desde dentro, ya sea uno el entrenador o el propio deportista cuando realiza un análisis.
La economía y los anunciantes
No podía faltar también la aplicación de la realidad virtual desde el punto de vista económico o, lo que es lo mismo en muchas ocasiones, los anunciantes. El hecho de disponer de un campo de visión más amplio e incluso personalizado según el tipo de usuario puede ser muy aprovechable para las diferentes compañías que quieran colocar anuncios y publicidades en las imágenes. Así es posible llamar más la atención y generar nuevas vías de ingresos. Lo que antes se reducía a las vallas publicitarias fijas en los recintos deportivos, ahora se convierte en un campo nuevo en el que queda mucho camino que recorrer todavía.