El HPC y una atención que merece ser destacada

En este tiempo donde lo material y el “sálvese quien pueda” hace que muchas veces nos olvidemos de remarcar lo positivo, quiero en esta oportunidad volver a las cosas simples. A decir Gracias por el hecho de recibir una atención médica humanizada como pocas veces me tocó experimentar.

Por esta simple y sencilla razón deseo resaltar la labor que cumple diariamente el personal del Hospital Privado de Comunidad, donde llegué por una “maldita” hernia de disco, la que producía un dolor indescriptible de definir con palabras, pero que me ubicaba en un plano lindante a la locura.

Ingresar al HPC y responder un “interrogatorio” (por cuestiones de pandemia) de quienes cumplen las funciones de Seguridad, muchas veces nos predispone de responder mal. Y ya en ese instante sucede todo lo contrario. La amabilidad para sugerir los pasos a seguir, es digna de destacar.

Y hacia allá vamos. Con el dolor que ya se apoderó del ciático y pareciera extenderse a todo el cuerpo, comienza un derrotero por distintos sectores, donde nos damos cuenta que esa amabilidad que sentimos al ingresar, está instalada en todas las personas que me tocó tratar a lo largo de casi una semana, internación mediante, para calmar no solo mi dolor, sino además saber el diagnóstico preciso de lo que le sucedía (algo que ya intuía en mi castigada columna vertebral).

Lo importante de todo eso y mas allá de la moderna tecnología médica con que cuenta el HPC, están las personas que me asistieron médicamente. Personas dignas del profesionalismo médico que ejercen; los que fueron seres humanos, despojados de cualquier título o cargo, dispuestos a contenerme humanamente ante mi “dolorosa locura”.

Aplicando aquello de que “el orden de los factores no altera el producto”, quiero expresar un GRACIAS con mayúsculas para con el neurocirujano Julián Villegas, quien se encargó de atender mi maltrecho cuerpo. También para con la Doctora Elina Montiel que calmó mis agudos dolores y el Kinesiólogo Ariel Latronico quien se encargó de comenzar el tratamiento de recuperación. Lo mismo para con los integrantes del sector de Tomografía y Resonancia, que atenuaron mi histórico miedo claustrofóbico.

Un GRACIAS inmenso también para con todo el personal de enfermería del sector de Internación de Planta Baja. Siempre atentos y predispuestos ante los requerimientos (timbre mediante) de quien “rompía” en demasía, y que aportaron lo suyo para hacerme sentir que podía contar con ellos.

Lo mismo para con la gente de Administración y Admisión, quienes allanaron el camino para mi internación de los problemas administrativos que se presentaban.

Todo esto me hizo dar cuenta que detrás de los profesionales del Hospital Privado de Comunidad, hay personas que humanizan la atención de propios y extraños. Algo que pensaba había desaparecido en este tiempo de un materialismo atroz que atraviesa a la sociedad.

GRACIAS por hacerme ver que no todo está perdido.

 Miguel Avellaneda