El deporte marplatense está de duelo con la muerte de Jorge Bosco este 23 de diciembre a los 86 años, tras una insuficiencia renal. Su figura permanece como referencia ineludible del deporte marplatense: un dirigente firme, polémico a veces, pero decisivo, que dejó huella mucho más allá de una cancha.
Jorge Bosco fue una de esas figuras que trascendieron largamente el cargo que ocuparon. Su nombre quedó ligado para siempre al fútbol marplatense, pero su influencia fue mucho más amplia: fue un dirigente clave en la construcción y consolidación del deporte local como herramienta de organización, identidad y desarrollo institucional.
Durante 22 años, Bosco presidió la Liga Marplatense de Fútbol, convirtiéndose en el dirigente de mayor permanencia y peso en la historia de la entidad. Asumió en la década del 90 y dejó el cargo el 28 de febrero de 2014, cuando fue sucedido por Roberto Fernández. En ese extenso período, tomó decisiones que marcaron un antes y un después. Defendió la venta del estadio San Martín, una medida resistida en su momento, pero que consideraba imprescindible para sanear las finanzas de la Liga. También debió enfrentar los permanentes conflictos entre Alvarado y Aldosivi, que compartían el escenario, generando tensiones deportivas y elevados costos de mantenimiento.
Su gestión se caracterizó por la modernización administrativa y la continuidad de los torneos locales, garantizando la participación de más de 30 clubes de la ciudad. Bosco dejó una Liga ordenada económicamente, con cuentas claras y previsibilidad, un legado que permitió a sus sucesores trabajar sobre bases sólidas.
El reconocimiento institucional llegó en 2024, cuando el Honorable Concejo Deliberante de Mar del Plata lo declaró Ciudadano Ilustre, destacando su aporte al desarrollo integral y sostenible de la ciudad y del Partido de General Pueyrredon. No fue solo un premio al fútbol, sino a una forma de entender el deporte como pilar comunitario.