Un mensaje que fue una convocatoria colectiva, cargada de esperanza y compromiso

El reconocimiento al ingeniero Mario Dell Olio, conocido en sum momento como “El Tractor” por el empuje y la fuerza que le ponía a cada una de sus intervenciones desde el lugar de gestion ue le tocara,   no fue solo un acto institucional: fue un viaje colectivo por la memoria, la militancia profesional y la construcción de una ingeniería comprometida con la democracia y el desarrollo del país. En el auditorio del Colegio de Ingenieros Distrito II de Mar del Plata, el homenaje por sus 50 años en la profesión se transformó en un momento de profunda emoción, atravesado por recuerdos, ausencias y logros compartidos.

Cuando lo veía… las imágenes me fueron trascendiendo”, expresó Dell Olio al comenzar su discurso, evocando una historia que parecía dormida en la memoria y que volvió a cobrar vida con fuerza. En ese recorrido íntimo aparecieron los amigos que “hoy ya no nos acompañan”, los proyectos colectivos y el esfuerzo de una generación que decidió no resignarse. “Todo eso se sumó para generar una emoción que hoy les agradezco poder vivir”, dijo, visiblemente conmovido.

El relato retrocedió hasta los años en que matricularse como ingeniero implicaba viajar a La Plata, único lugar habilitado para realizar trámites.Nos empezamos a preguntar por qué teníamos que ir a La Plata”, recordó, señalando la distancia no solo geográfica, sino también simbólica, entre el poder centralizado y los profesionales del interior. Aquella experiencia, marcada por la falta de representación y una atención burocrática indiferente, fue el germen de un cambio profundo.

Dell Olio remarcó que muchos de ellos provenían de la Universidad de Manufactura y no eran ingenieros civiles, lo que en ese entonces parecía “casi un pecado”. Sin embargo, esa diversidad disciplinar fue una fortaleza. Desde el Centro de Constructores, comenzaron a integrarse a subcomisiones técnicas y a generar espacios de participación real, en un país que, a comienzos de los años 80, despertaba a la democracia.

En ese contexto, el Centro de Ingenieros de Mar del Plata asumió un rol clave, impulsando iniciativas como la jornada “Crear la República”, que reunió a todos los candidatos políticos de cara a las elecciones de 1983. “Abrimos un marco de discusión, de pensamiento y de preparación para lo que venía”, señaló Dell Olio, destacando el valor de la participación ciudadana y profesional en tiempos de reconstrucción institucional.

El camino hacia la creación del Colegio de Ingenieros de la Provincia de Buenos Aires no fue sencillo. Hubo resistencias desde los sectores centralizados que veían en la descentralización una “pérdida de poder”. Sin embargo, tras años de reuniones, viajes y debates, la ley se sancionó en 1985-86 y dio origen a un colegio con gestión democrática y presencia territorial. “Hoy estamos todos juntos trabajando por la ingeniería”, afirmó, subrayando la unidad intergeneracional como uno de los mayores logros.

Dell Olio también miró hacia el futuro, alertando sobre la necesidad de formar más ingenieros en un país que los necesita para crecer. Recordó que Argentina requiere unos “10.000 ingenieros por año”, mientras que las universidades egresan muchos menos. Casos como Vaca Muerta, sin profesionales suficientes, reflejan esa carencia estructural.

En ese marco, llamó a fortalecer la matrícula, modernizar metodologías, acercarse a los estudiantes y trabajar junto a las facultades. “Tenemos que ser más, porque eso es lo que nos va a dar fuerza para generar el cambio”, enfatizó.

Hacia el final, evocó uno de los hitos más significativos de su gestión: el Plan de Ciudades Sostenibles, impulsado junto al BID, que proyectaba a Mar del Plata hasta 2050. “Se hizo todo de manera abierta, sin corrupción, con espacios de participación”, recordó, lamentando que el plan haya quedado relegado. Su invitación fue clara: retomarlo, actualizarlo y convertirlo en una política de futuro.

El mensaje final fue una convocatoria colectiva, cargada de esperanza y compromiso: seguir trabajando juntos, apoyar el recambio generacional y fortalecer la ingeniería como herramienta de transformación social. “Siempre en las crisis están las oportunidades para crecer”, concluyó.

El aplauso cerrado selló no solo un reconocimiento a una trayectoria, sino también el agradecimiento a una vida dedicada a construir instituciones, comunidad y país desde la ingeniería.