Lejos de ser una moda pasajera, la venta de motos y monopatines eléctricos consolida poco a poco su curva ascendente en la ciudad. Con unidades que parten desde los 3 millones de pesos, el mercado local se diferencia del porteño por la preeminencia de la moto sobre el monopatín. El factor seguridad, por su bajo índice de robo, y la autonomía doméstica redefinen el transporte urbano.
La transición hacia la electromovilidad en Mar del Plata se ha convertido en una solución pragmática ante la congestión vehicular y los costos de mantenimiento de los rodados a combustión. La ciudad atraviesa una maduración del mercado, donde la decisión de compra no se rige solo por la conciencia ecológica, sino por ecuaciones de seguridad y logística familiar.
Si en la Ciudad de Buenos Aires el monopatín reina gracias a la red de ciclovías, la orografía y la infraestructura marplatense han volcado la balanza hacia las motos eléctricas. Según Cristian Fiego, titular de Punto Eléctrico y referente con actividad en el sector desde 2008, este vehículo se ha transformado en el “comodín” de los hogares: lo que inicia como el primer rodado para un joven, termina siendo adoptado por los padres para evitar mover el automóvil en distancias cortas.
El ticket de acceso a este ecosistema varía drásticamente según el tipo de rodado. Para quienes buscan una moto eléctrica funcional, los valores de mercado se ubican en el orden de los 3 millones de pesos.
Por su parte, la micromovilidad, representada por los monopatines, presenta un abanico más amplio. Los modelos de entrada de gama parten de los $550.000, mientras que las unidades de altas prestaciones pueden escalar hasta los 2 millones de pesos. En este segmento, cadenas de retail como Cetrogar y Megatone juegan un rol clave en la masificación mediante herramientas financieras, ofreciendo planes de hasta 9 cuotas sin interés, y hasta 12 cuotas dependiendo el banco, lo que facilita la adquisición para un público que busca resolver la movilidad recreativa o de cercanía.
Un dato que impulsa las ventas en Mar del Plata es la seguridad patrimonial. Fiego destaca una tendencia creciente de padres que eligen motos eléctricas para sus hijos no solo por la estabilidad mecánica, sino por una estadística criminal favorable, ya que el índice de robo de estos vehículos es marginal.
La explicación es técnica es que al estar limitadas mecánicamente a una velocidad máxima de 45 kilómetros por hora, suficiente para el flujo urbano y la onda verde, estas unidades no despiertan el interés delictivo, que suele buscar rodados a combustión de mayor potencia para la huida o el cometer ilícitos. Esta limitación, sumada a la ausencia de cambios y vibraciones, configura un perfil de manejo seguro que atrae al público familiar.
Cabe recalcar, que a la par del crecimiento del parque automotor, el Municipio de General Pueyrredon ha ajustado su normativa adhiriendo a la disposición nacional 480/2020 de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV). Para los usuarios de monopatines o Vehículos de Movilidad Personal (VMP).

La ordenanza vigente establece como requisitos:
- Se fija una edad mínima de 16 años para conducir y una velocidad máxima de 30 km/h.
- Deben transitar obligatoriamente por calles y avenidas, preferentemente utilizando bicisendas. Está terminantemente prohibido circular por las veredas.
- Es obligatorio el uso de casco protector. Además, la unidad debe contar con sistema de frenos eficaz, luces delanteras y traseras, bocina y elementos reflectantes.
- La ley es taxativa: solo se permite una persona por vehículo, prohibiendo el transporte de acompañantes.
- La normativa avanza sobre la obligatoriedad de contratar un seguro de responsabilidad civil contra terceros y la inscripción de la unidad en un registro municipal.
Uno de los grandes interrogantes del consumidor neófito es la infraestructura de carga. Los especialistas desmitifican la necesidad de estaciones públicas en una ciudad de las dimensiones de Mar del Plata. Con una autonomía que oscila entre los 40 y 50 kilómetros, el vehículo eléctrico se abastece mediante la red domiciliaria estándar.
“El consumo es extremadamente bajo y la carga se realiza como si fuera un celular, en casa o en el trabajo, mediante un tomacorriente tradicional”, explican desde el sector técnico. Los tiempos de recarga varían entre 4 y 8 horas dependiendo de la batería, permitiendo que el ciclo se complete durante la noche sin alterar la rutina del usuario.
Por otro lado, a medida que el parque automotor eléctrico crece, también lo hace la exigencia de mantenimiento y hoy estos vehículos requieren un soporte especializado. Mientras que las grandes superficies ganan por financiación, los especialistas advierten sobre el “vacío técnico” ante desperfectos mecánicos. Las bicicleterías tradicionales no suelen absorber la reparación de estos rodados complejos, lo que pone en valor a los comercios especializados que garantizan servicio técnico integral. Desde este punto de vista toma valor la compra en comercios locales que ofrecen garantía extendida (además de la tradicional).
