El formador y exjugador marplatense disecciona el Grupo J y advierte sobre la evolución física de Argelia y Austria. Lejos de la especulación, celebra el “gen competitivo” ante un hipotético cruce prematuro con potencias como España o Uruguay, asegurando que la chapa de campeón debe funcionar como un aliciente y no como un lastre.
La Selección Argentina encabezará el Grupo J en la próxima Copa del Mundo de Estados Unidos, México y Canadá 2026, compartiendo zona con Argelia, Austria y Jordania. A primera vista, la hoja de ruta sugiere un tránsito benévolo para la selección de Lionel Scaloni. Sin embargo, el análisis fino del fútbol internacional exige despojar la mirada de triunfalismos. Facundo Alvanezzi, voz autorizada en la formación de talentos y profundo conocedor del fútbol europeo, desactiva la euforia prematura y pone el foco en la paridad atlética que hoy rige el balompié global.
En diálogo con el Retrato, Alvanezzi sostiene que si bien el “mosaico” del sorteo ha sido bien proporcionado, la etiqueta de potencia mundial no garantiza inmunidad deportiva. “El fútbol se ha equiparado en los aspectos técnico, táctico y psicológico: hoy los rivales salen a jugar de igual a igual y la historia no gana partidos por sí sola”, advierte el especialista.
El debut ante Argelia plantea el primer interrogante. Alvanezzi describe al conjunto africano como un bloque “fuerte físicamente y muy dotado técnicamente“, aunque quizás con una evolución táctica menos vertiginosa que la de sus pares europeos. El segundo escollo, Austria, representa el orden del Viejo Continente: “Son equipos versátiles, aplicados tácticamente y con un despliegue físico notable”, detalla. Finalmente, Jordania aparece como la incógnita del fútbol asiático emergente, un rival que, aunque menor en los papeles, obliga a tomar los recaudos necesarios.
Para Alvanezzi, la clave para Argentina radicará en imponer su estilo y su “sello”, transformando la responsabilidad de ser los vigentes campeones en un motor de rendimiento. “El título de 2022 es un aliciente, algo aleccionador que debe motivar, no presionar. Es la oportunidad de reafirmar una historia que mezcla nuestro fútbol silvestre de potrero con la élite mundial“, reflexiona.
Una de las particularidades del nuevo formato y la distribución de grupos es la posibilidad latente de un cruce de alto voltaje en instancias tempranas. Si Argentina avanza, el cuadro podría deparar un enfrentamiento en dieciseisavos de final contra los clasificados del Grupo H, hogar de potencias como España y Uruguay.
Lejos de lamentar un posible “error de diseño” en el torneo que enfrente a candidatos prematuramente, Alvanezzi reivindica el gen competitivo del seleccionado nacional. Su postura es que “para ser campeón del mundo no se puede especular. Si te toca España, Alemania o Países Bajos, hay que jugarlo”. Preferir un camino allanado es una trampa mental. “El golpe es mucho más duro si perdés contra un rival considerado accesible por haber especulado. En cambio, enfrentar a los mejores reivindica tu estatus. Si Argentina quiere confirmar que es potencia, no debe temerle a nadie”, sentencia.
