Boca ganó 1 a 0, está en las semifinales y se perfila como candidato del Torneo Clausura 2025

 

Con un gol de Ayrton Costa a los  cinco minutos , diferencia de mantendría a pesar  del empuje de Argentinos Juniors, le permitió a Boca ser semifinalista del Torneo Clausura 2025.

El pitazo final dejó una postal que trasciende el presente inmediato y conecta con la esencia más profunda del pueblo bostero. El “Dale Boca, dale Bo” retumbó como en aquellas noches míticas que sobreviven en blanco y negro, un grito que revive generaciones enteras y que, esta vez, celebró mucho más que un triunfo sufrido: celebró la confirmación de un cambio. Porque este Boca, que suma seis victorias consecutivas y se mete en semifinales del Clausura, ya no gana solo por empuje. Boca está empezando a jugar distinto, está empezando a convencerse. Y eso, en un club donde la exigencia y la historia pesan toneladas, vale casi tanto como un gol.

La victoria 1 a 0 ante Argentinos Juniors no fue casual ni una anécdota más. Fue la evidencia de un equipo que, aún sostenido en un gol tempranero de Ayrton Costa, mostró madurez para gestionar las tensiones del partido y para reafirmar que va encontrando funcionamiento. En el primer tiempo, sobre todo, fue donde asomó con más claridad la nueva versión futbolística que intenta construir el Xeneize: un equipo solidario, compacto y cada vez más consciente de sus fortalezas.

La escena se repitió varias veces: Boca perdió una pelota, pero inmediatamente hubo tres, cuatro camisetas azules y amarillas rodeando al rival. La jugada de Alan Lescano lo explicó todo. Partió desde su campo con decisión, pero debió superar primero el roce con Costa, luego el cruce exigido de Paredes, y finalmente se topó con un firme Lautaro Di Lollo. Boca no neutralizó la jugada con un héroe, sino con un equipo. Cada intervención sumó, cada desgaste contó.

Y cuando la recupera, este Boca también sabe qué hacer. Leandro Paredes, en un nivel creciente, ordena, administra, pausa y acelera según el contexto. A veces con un pase corto a Milton Delgado, otras con un envío largo para aprovechar la velocidad de Zeballos, o confiando en la potencia de Merentiel para presionar un mal despeje. Blanco suma metros por izquierda y hasta el chileno Palacios, revitalizado, se contagia del espíritu colectivo y pisa el área con decisión. Boca no es todavía un equipazo de los que marcaron épocas, pero tiene algo que no siempre tuvo en los últimos tiempos: coherencia, energía y eficacia.

El segundo tiempo entregó la otra cara de este equipo: la capacidad de sufrir sin desordenarse. Argentinos bombardeó el área con centros desde ambos costados, manejó la pelota y obligó a Boca a retroceder. El cansancio acumulado de una primera mitad intensa empezó a notarse, pero la concentración no se quebró. Y cuando hizo falta, apareció Marchesín con dos atajadas decisivas, quizá en su mejor actuación desde que llegó al club.

Claro que el desenlace pudo haber sido distinto: si Molina acertaba ese cabezazo final, o si Porcel ganaba el mano a mano. Pero todo proyecto campeón necesita, además de juego y carácter, una cuota de fortuna. Y Boca la tuvo.

Hoy el Xeneize es un equipo que gana, que entusiasma y que empieza a encontrar una identidad. Si sostiene esta fórmula, Paredes como faro, solidaridad en la recuperación y lucidez en ataque, esta buena estrella puede transformarse en título. Porque Boca, de a poco, está aprendiendo a jugar como un campeón.