Inseguridad en la Costa Atlántica: un anticipo inquietante antes de la temporada de verano

Aún falta más de un mes para que el verano despliegue su oleada de turistas, pero la Costa Atlántica ya vive un clima enrarecido. Las calles, que en esta época suelen mostrar un ritmo pausado y casi melancólico, hoy se encuentran atravesadas por un creciente sentimiento de vulnerabilidad. Vecinos, comerciantes y trabajadores del sector turístico coinciden en la misma frase: “Si así estamos ahora, no queremos imaginar lo que será en plena temporada”.

Durante las últimas semanas, distintas localidades costeras, desde Mar del Plata hasta Pinamar, Villa Gesell, Miramar y el Partido de la Costa,  registraron un aumento llamativo de robos violentos, entraderas y arrebatos a plena luz del día. Los testimonios se multiplican: motociclistas que actúan en grupo, delincuentes que irrumpen en viviendas vacías y jóvenes asaltados cuando regresan de trabajar. Lo que antes se sentía como una excepción, hoy parece convertirse en un patrón.

Los comerciantes aseguran que, pese a vivir tradicionalmente con los altibajos propios de la pretemporada, el temor se instaló como un protagonista más. Muchos adelantan el cierre para evitar quedarse “a la intemperie”, otros reforzaron rejas, alarmas y cámaras. “Nunca vivimos algo así antes del verano. Esto suele pasar cuando llegan las multitudes, entre las cuales se mezclan muchos delincuentes. Pero ahora… ahora es distinto. Es como si la temporada ya hubiera empezado, pero sólo para ellos”, cuenta el dueño de un minimercado en el centro de Gesell.

Los vecinos organizan grupos de WhatsApp, rondas barriales y reclamos constantes ante las autoridades municipales y provinciales. Exigen patrullaje, políticas de prevención y una presencia policial sostenida, no sólo reactiva. En varias ciudades, las reuniones comunitarias superan el centenar de asistentes, todos con la misma urgencia: recuperar la sensación de poder caminar sin mirar hacia atrás.

La preocupación no es menor para el sector turístico. La inseguridad, advierten los empresarios hoteleros, puede convertirse en un golpe directo a la economía local. Si la costa se vuelve sinónimo de peligro, muchos visitantes podrían optar por otros destinos. Y la temporada, que cada año define la subsistencia de miles de familias, correría un riesgo inédito.

Faltan semanas para que comiencen a llegar los miles de turistas, con todo el caos y el movimiento que eso implica. Pero en la Costa Atlántica la pregunta ya es inevitable: si este es el preludio, ¿qué puede esperarse cuando el verano llegue en su máximo esplendor?