(el Retrato en España) En la costa suroeste de Mallorca, Port d’Andratx, más conocido en castellano como Puerto de Andrach, es hoy una joya náutica y residencial. Lo que antaño fue un modesto puerto pesquero, se ha transformado en uno de los escenarios más exclusivos de las Baleares, con unas 3.000 personas viviendo entre calas, veleros y terrazas al sol.
En su paso. el Retrato, a pesar del invierno que comenzó a castigar la isla, pudo observar un movimiento turistico importante, que se mezcla con los tradicionales pescadores de la zona.
De pescadores a yates de lujo
La vida del puerto gira en torno al mar: su Club de Vela cuenta con alrededor de 500 amarres, todos ocupados en temporada alta por embarcaciones deportivas. En paralelo, existe una lonja tradicional: por la tarde, los pescadores locales ofrecen su pesca fresca en un pequeño edificio sobre el muelle, un guiño auténtico a sus raíces marítimas.
Aunque la pesca ya no es la base económica principal, perdura con carácter artesanal: muchos lugareños salen en sus llaüts (embarcaciones tradicionales) para pescar por gusto o para consumo local. El motor real de la economía hoy es el turismo, especialmente aquel de perfil elevado. Port d’Andratx es un destino residencial de lujo, cosmopolita, con bares, tiendas boutique y restaurantes a la vera del mar.
Turismo y vecindario: una mezcla de culturas
El puerto late con un turismo de élite: no es tanto un simple sitio para pasar el día, sino para asentarse. Muchos de los residentes permanentes son extranjeros, especialmente alemanes, británicos y escandinavos. Algunos poseen segundas residencias o villas espectaculares en las colinas que dominan la bahía.
En cuanto a personajes ilustres, el puerto ha sido refugio de celebridades: en su momento han pasado por allí figuras como la exmodelo Claudia Schiffer, el cineasta Guy Hamilton, el expresidente Felipe González y hasta la cantante de ópera Régine Crespin.
Arte y casas de ensueño desde la banquina
Sí, también hay un pulso artístico notable. En La Mola (una zona elevada) se encuentra el Museo Liedtke, creado por el artista Dieter Walter Liedtke. A lo largo del puerto y sus rocas se alzan villas de alto standing, algunas diseñadas con sensibilidad estética: no es extraño que artistas, empresarios y millonarios posean residencias con vistas directas al agua.
Arquitectura, historia y noches vivas
El paseo marítimo se anima especialmente al caer la tarde. Allí conviven tiendas de diseño, galerías, restaurantes con terraza y un ritmo nocturno relajado pero sofisticado. Se pueden ver todavía torres antiguas de defensa, como la de Sant Carles en La Mola, que evocan la historia corsaria de la zona, junto con una iglesia tradicional: la de Nuestra Señora del Carmen.
Conflictos silenciosos
A pesar del glamour, no todo es idílico. Existe una presión inmobiliaria creciente: los precios suben, y muchos lamentan que el modelo de “turismo de ricos” desplace la vida tradicional isleña. Algunas de las tiendas históricas han cerrado, reemplazadas por inmobiliarias que apuntan a compradores extranjeros de alto poder adquisitivo.
En definitiva: el Puerto de Andrach es un elegante equilibrio entre su pasado de pescadores y su presente de puerto de lujo. Turísticamente activo, residencial para ricos, cultural para quienes saben mirar: una postal mediterránea made in Mallorca.
