“El turismo y la inmigración han traído riqueza y cultura a Mallorca”

(el Retrato en España) En medio de los crecientes discursos de rechazo hacia la inmigración y el turismo masivo en Mallorca, Ceferina San Pedro Cascón, vecina y empresaria del sector hostelero, se pronuncia con una claridad poco habitual en tiempos de polarización. Su visión, anclada en la experiencia cotidiana y en el contacto directo con la realidad económica de la isla, ofrece una lectura que equilibra la defensa del progreso con la memoria de un pasado de sacrificio.

“Los inmigrantes son trabajadores, y todos tienen derecho a prosperar”

Ante las críticas que ciertos sectores locales lanzan contra la población inmigrante, San Pedro Cascón responde con ejemplos concretos. “Yo no he topado con personas malas. Tengo empleadas de Ecuador y de otros lugares, y todas tienen sus papeles”, afirma con naturalidad. En su negocio, la presencia de personas extranjeras no es motivo de conflicto, sino un pilar esencial para el funcionamiento diario.

Este testimonio contrasta con las quejas que se escuchan en municipios como Pollença, Puerto Pollença o Palma, donde algunos residentes atribuyen a la inmigración problemas de convivencia o saturación de servicios. Sin embargo, San Pedro defiende que el problema no está en los inmigrantes, sino en la falta de reconocimiento hacia su aportación. “Trabajan, se esfuerzan, pagan impuestos y hacen su vida aquí. Son parte de nosotros”, subraya.

Contra el discurso antiturismo: “Que vayan a sembrar coles como antes”

Más encendida se muestra al hablar del movimiento antiturismo, que en los últimos años ha ganado visibilidad con manifestaciones y lemas como Mallorca no es un parque temático”. Para Ceferina, estas posturas resultan incomprensibles. “Ay, horrible, por favor. Que vayan a sembrar coles como hacían antes. La gente vivía del campo y pasaba hambre”, recuerda con cierta ironía.

Su argumento no es nostálgico, sino pragmático. El turismo, afirma, transformó la economía mallorquina, sacándola de la pobreza rural y conectándola con el mundo. “Los turistas nos han traído riqueza y cultura. Nos la traen directamente aquí, no tenemos que irla a buscar”, sostiene.

San Pedro considera, además, que los antituristas olvidan una verdad simple: “En cualquier momento, todos somos turistas también. Si ellos viajan y los rechazan en otro país, sabrán lo que se siente.”

“El progreso tiene un precio, pero no podemos volver atrás”

Crítica con la administración local, Ceferina lamenta que el Ayuntamiento no facilite la vida de los empresarios: “Tú tienes que pagar todo: sillas, metros, licencias. No hay beneficios de nada.” Aun así, no pierde la fe en el esfuerzo individual como motor de desarrollo.

Su discurso, más allá de las polémicas, refleja una Mallorca real y silenciosa, la de quienes ven en la diversidad y el turismo no una amenaza, sino una oportunidad para mantener viva la isla. En tiempos de fronteras mentales y físicas, su voz resuena como una defensa del trabajo, la convivencia y la memoria.

“Gracias al turismo y a los inmigrantes, Mallorca vive mejor. Lo que falta es gratitud y sentido común.”