El Tiburón encontró fuerza en el dolor: la victoria que honra a Josesito Moscuzza

En una semana marcada por la tristeza y el luto, Aldosivi encontró en el fútbol un motivo para sonreír. La reciente victoria del equipo marplatense, bajo la conducción de Guillermo Farré, no solo significó tres puntos vitales en la lucha por mantener la categoría: fue también un homenaje sentido al alma mater del club, José “Josesito” Moscuzza, cuya partida golpeó profundamente a toda la institución.

El triunfo, logrado en condición de visitante, fue una muestra de carácter, unión y compromiso. Farré, en conferencia de prensa, lo expresó con emoción contenida: “Lo que más me deja tranquilo es la forma en que los muchachos se plantaron. Jugaron con el corazón, con la mente puesta en ganar y también en homenajear a alguien que dio todo por este club”.

La figura de Moscuzza, histórico dirigente y símbolo de Aldosivi, sobrevoló el vestuario toda la semana. Las lágrimas del final fueron una mezcla de alivio y gratitud. No solo por el resultado, sino por haber respondido con fútbol en el momento más difícil. “Sabíamos que no había margen de error. Estos seis puntos los teníamos que ganar”, remarcó Farré, consciente del enorme desafío que implica jugar con tanta presión.

En el terreno de juego, Aldosivi mostró un temple que hacía tiempo no se veía. El equipo fue constante, combativo, decidido a no replegarse ante la adversidad. “Jugamos de igual a igual, generando peligro desde nuestras herramientas”, explicó el entrenador. Y esa determinación se vio reflejada en cada pelota dividida, en cada esfuerzo colectivo.

El gol del triunfo llegó sobre el final, como en los grandes relatos de fútbol, cuando la tensión se hace insoportable y la esperanza parece agotarse. Pero Aldosivi encontró su premio, y con él, un envión anímico que puede ser decisivo de cara a la última fecha del torneo.

“Nos queda un partido más, pero la mentalidad del grupo es lo que me deja tranquilo”, destacó Farré. El DT cordobés insistió en la importancia de sostener la concentración y la calma en medio de la exigencia: “Hace varias fechas que sabemos que no hay margen de error. Lo fundamental es que los jugadores aprendieron a naturalizar esa presión y a competir con inteligencia”.

Más allá de la táctica y los nombres, Farré puso el foco en lo emocional. Entiende que en momentos así el fútbol se juega tanto con la cabeza como con el alma. “No deja de ser un juego, y eso es lo que trato de transmitirles. Que lo vivan con alegría, que se sientan ganadores, que dentro del campo sepan que se tienen unos a otros”, expresó con convicción.

La muerte de Moscuzza atravesó a todo el plantel. Desde el utilero hasta el capitán, todos sabían que el mejor homenaje posible era ganar. El entrenador, consciente de ese clima, buscó construir un ambiente sereno, sin dejar que el dolor se transformara en angustia: “Armo contextos donde el jugador se sienta confiado, donde pueda descomprimir la tensión. Que el fútbol vuelva a ser un juego, incluso cuando se juega tanto”.

Esa búsqueda de equilibrio emocional se reflejó en las decisiones de Farré durante el encuentro. Eligió a Facundo por encima de Franco Rami en el inicio, sabiendo que debía dosificar esfuerzos. Luego, los cambios tácticos, como el ingreso de Nacho para reforzar el costado derecho,  respondieron a la lectura atenta de un partido que exigía precisión y temple.

“El esfuerzo se vio reflejado en el resultado”, resumió el técnico. Y esa frase, sencilla y honesta, condensa el espíritu de un grupo que se rehúsa a rendirse. Aldosivi entendió que su destino depende de sí mismo, que los golpes pueden doler, pero también fortalecer.

El cierre fue de emoción pura. Cuando el árbitro marcó el final, los jugadores se abrazaron en el césped, muchos con lágrimas en los ojos. El recuerdo de Moscuzza se hizo presente en cada mirada al cielo. Fue imposible no sentir que, de alguna manera, ese triunfo también le pertenecía a él.

La victoria no borra la tristeza, pero sí la transforma. Le da sentido. Le da valor. Y deja en claro que, en Aldosivi, la pelota sigue rodando por quienes ya no están, pero también por los que todavía creen.

Guillermo Farré lo dijo sin rodeos: “Esto es fútbol. Hay presión, hay nervios, pero también hay vida, hay emoción, hay comunidad. Nosotros solo tratamos de honrar eso cada vez que salimos a la cancha”.

En Mar del Plata, esa frase resuena más fuerte que nunca. Porque en el puerto, entre lágrimas y aplausos, Aldosivi volvió a sentirse vivo.