María José Caravaca Martín: El corazón familiar de La Sureña en Estepona

(el Retrato en España) María José Caravaca Martín es la propietaria de La Sureña, un bar-cafetería ubicado en pleno centro de la Plaza de las Flores en Estepona, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Desde 1994, este establecimiento ha sido un referente en la zona, ofreciendo no solo tapas caseras de calidad, sino también una atención cercana y familiar que ha conquistado a locales y turistas por igual.

Los primeros pasos de La Sureña

Cuando María José y su marido abrieron La Sureña, la Plaza de las Flores era muy diferente a como la conocemos hoy. Aunque había otros bares en la zona, este establecimiento fue uno de los primeros en establecerse de forma sólida en el lugar. Según relata María José, el bar estuvo en un local que anteriormente había sido una tienda de antigüedades, y tuvo que ser adaptado a las nuevas necesidades del negocio. En los primeros años, la familia se encargaba de todo, desde la atención al cliente hasta la cocina. “Para conseguir que el negocio fuera adelante, muchos miembros de la familia colaboraron para ayudarles a levantarlo” afirma.

A pesar de las dificultades iniciales, La Sureña logró mantenerse a flote gracias al trabajo constante y la apuesta por ofrecer un producto de calidad a precios accesibles. Como explica María José, “no se trataba de ganar grandes cantidades de dinero, sino de lograr que los clientes estuvieran contentos y satisfechos con el servicio y la comida”.

El secreto del éxito: las tapas caseras

Una de las claves del éxito de La Sureña ha sido su oferta gastronómica. Las tapas que sirven son caseras, preparadas con productos frescos que reciben a diario de proveedores locales. La ensaladilla rusa, la carne con tomate, y el solomillo a la pimienta son algunas de las especialidades que han conquistado el paladar de los clientes. “Nosotros no estamos acostumbrados a congelar nada”, comenta María José, quien insiste en que la frescura de los ingredientes es fundamental para mantener la calidad de los platos.

Además, la cantidad de las tapas es otro de los puntos que diferencia a La Sureña de otros bares. “Casi las servimos un poco más grandes de lo habitual”, asegura María José. Este compromiso con la calidad y la abundancia ha sido muy apreciado por los clientes, quienes valoran la relación calidad-precio del lugar.

La familia como pilar fundamental

El ambiente de La Sureña es, sin duda, uno de los aspectos que más llama la atención de quienes visitan el bar. La atención al cliente es cercana y personalizada, y eso es algo que María José atribuye a la propia esencia familiar del negocio. “Somos personas muy abiertas, muy familiares”, dice con orgullo. Desde sus inicios, la familia ha estado al frente del establecimiento. Si bien María José y su marido eran los encargados de gestionar el bar, sus padres, hermanos y primos también colaboraron cuando fue necesario para sacar adelante el negocio.

La relación cercana con los clientes, la disposición para escuchar sus opiniones y mejorar en base a sus comentarios, ha sido una de las bases que ha permitido que La Sureña se mantenga como uno de los bares más queridos en Estepona.

La pandemia: un golpe difícil pero superado

Como a muchos otros negocios, la pandemia del COVID-19 fue un golpe duro para La Sureña. Durante el confinamiento, tuvieron que cerrar temporalmente. Sin embargo, la experiencia previa de María José en el mundo de los negocios, “junto con algunos ahorros y el apoyo de sus padres, nos permitió sobrellevar este difícil periodo”. Además, la familia se mantuvo conectada a través de las redes sociales para seguir en contacto con los clientes y mantener el ánimo alto.

El hecho de que no tuvieran que pagar alquiler, debido a que el local era propiedad de sus padres, también les dio un respiro económico durante esos momentos difíciles. “Eso nos abrió las puertas para poder aguantar”, afirma María José.

Una clientela internacional con un corazón local

A lo largo de los años, La Sureña ha conseguido ganarse la fidelidad de los habitantes de Estepona, quienes han sido un apoyo constante para el negocio. “Cuando empezamos, la gente de Estepona nos apoyó mucho”, comenta María José. Aunque el bar ha atraído a una clientela internacional, especialmente durante la temporada alta, los clientes locales han sido clave en su éxito. María José tiene claro que, para que un negocio de este tipo sobreviva, “si no tienes a la gente de Estepona, no funciona”.

A pesar del creciente número de turistas, ella ve la llegada de gente de fuera de manera positiva, ya que, como dice, “más gente siempre es mejor”. La Sureña se ha convertido en un lugar en el que tanto locales como turistas pueden disfrutar de una buena comida y una atmósfera acogedora. Además, la clientela internacional tiende a repetir, lo que ha ayudado a que el negocio siga creciendo.

El futuro de la sureña: continuidad y calidad

A medida que se aproxima el invierno, María José espera que la clientela de Estepona continúe apoyando a La Sureña, aunque la presencia de turistas también es bienvenida. Su objetivo sigue siendo ofrecer una experiencia gastronómica de calidad, con platos frescos y una atención excepcional.

“Queremos que la gente siga viniendo”, afirma con determinación. En cuanto a los platos más populares, María José destaca “la ensaladilla rusa, que tiene una receta secreta que muchos bares intentan replicar sin éxito, y el solomillo a la pimienta, otra de las especialidades que ha sido un éxito rotundo entre los clientes”.

La historia de La Sureña es una de perseverancia, trabajo duro y una gran dosis de amor por la familia y la gastronomía. Con la mirada puesta en el futuro, María José Caravaca Martín continúa demostrando que, más allá de la comida, lo que realmente hace especial a un negocio son las personas que lo gestionan, su compromiso con la calidad y su capacidad para adaptarse a los tiempos cambiantes. En un mundo cada vez más globalizado, La Sureña sigue siendo un rincón familiar en Estepona, donde todos se sienten bienvenidos y apreciados.