Martí Xavier March Cerdá, alcalde de Pollensa y una gestión cargada de desafíos

(el Retrato en España) Martí Xavier March Cerdá, alcalde del Ayuntamiento de Pollensa nos recibió en el histórico edificio del Monti-Sion, una antigua construcción jesuita que data del periodo 1696-1738, y que se halla ubicada en la plazoleta frente al edificio, a metros del inicio de las escaleras del Calvario.

Xavier March Cerdà, analiza con mirada crítica y experiencia acumulada los grandes desafíos de la gestión que lleva adelante desde el 2003 en el Ayuntamiento de Pollensa en un extenso diálogo con “el Retrato”, del cual entregamos hoy la Primera Parte.

March Cerdá habló desde la cercanía con la ciudadanía hasta los problemas estructurales del urbanismo y la vivienda en las Islas Baleares, ofreciendo ante este Portal una visión lúcida sobre la compleja realidad que enfrenta la administración local. En esta primera parte de la entrevista, abordamos las tensiones cotidianas del consistorio, la presión urbanística y el debate en torno a los límites del turismo.

La administración más cercana… y más exigente

“La administración municipal tiene una cosa positiva y otra no tan positiva”, arranca March Cerdá con serenidad. Tras una larga carrera académica y de gestión pública, fue catedrático de pedagogía en la Universitat de les Illes Balears, vicerrector y consejero de Educación durante ocho años, el actual Alcalde conoce bien las diferencias entre los distintos niveles de gobierno.

“La positiva es que somos la primera administración que está al lado de la gente. Cuando alguien tiene un problema, no va al Govern, viene aquí”, subraya, poniendo en valor la labor directa del municipio con servicios esenciales como seguridad, servicios sociales o educación. Sin embargo, esa cercanía tiene un costo.

“La presión es mucho más intensa. En un ayuntamiento, los ciudadanos vienen directamente a ti, cara a cara. No hay filtros”, explica. Mientras que en su experiencia como consejero la presión era más difusa, en la gestión municipal cada retraso, cada decisión urbanística o cada problema vecinal se convierte en una urgencia que golpea la puerta de su oficina.

Urbanismo: burocracia, presión y oportunidad

Uno de los temas más espinosos que enfrenta el Ayuntamiento de Pollença es el urbanismo. “Es un área con mucha presión porque hay mucha demanda de licencias y una normativa que se ha vuelto extremadamente compleja”, advierte March Cerdá . El retraso en la concesión de licencias de construcción puede llegar a uno o dos años, lo que genera malestar y trabas al desarrollo local.

“El Govern balear ha aprobado normativas para legalizar casas en suelo rústico, pero la aplicación recae sobre nosotros, el Ayuntamiento. Nos dan el trabajo, pero no nos dan los recursos”, lamenta.

El urbanismo, además, se cruza con una tendencia más profunda: la llegada de inversores extranjeros. “Hay mucha vivienda que se ha reformado o se está reformando. Esto ha elevado muchísimo los precios”, sostiene. Como consecuencia, muchas familias locales se ven expulsadas del mercado.

“Pollensa es un municipio caro para vivir. Las clases medias y trabajadoras casi no pueden acceder a una vivienda, ni de compra ni de alquiler”, sentencia.

Vivienda y turismo: un modelo en jaque

La crisis habitacional no es exclusiva de Pollensa, sino que se extiende a toda la isla. “Esto no es solo de aquí. Hace falta un pacto político a nivel estatal, autonómico y local, junto con promotores y sociedad civil”, propone March. Su diagnóstico es claro: los precios de la vivienda se han vuelto inaccesibles por múltiples factores, alta demanda turística, inversión extranjera y políticas habitacionales inadecuadas.

La Ley Estatal de Vivienda intentó poner un tope a los alquileres, pero para March Cerdá no basta. Se requiere una respuesta estructural. “Aquí hay un poco de todo: mala planificación, especulación, y también avaricia”, apunta.

¿Y qué hay del turismo, el motor económico de la isla? March se muestra crítico: “No podemos seguir creciendo. Baleares recibe 20 millones de turistas al año, y solo somos 1.2 millones de habitantes. Es insostenible.”

“Hay un colapso de recursos naturales. Solo en Pollensa, el consumo medio es de 350 litros de agua por persona y día. Y ya usamos un 40% del agua desde la desaladora, que es mucho más cara que la de pozo”, afirma, alertando sobre la salinización de los acuíferos y el daño ambiental irreversible.

¿Decrecer o reinventarse?

March es claro: “Hay que parar el crecimiento. Incluso hay sectores que hablan de decrecer. Pero no hay alternativa real al turismo. Si se decrece, habrá que asumir sus consecuencias sociales y económicas”, advierte.

Frente a este dilema, propone una salida realista: “Necesitamos acuerdos de mínimos entre partidos, sindicatos y empresarios. Si cada uno impone sus máximos, no llegamos a ningún lado. Pero si todos ceden un poco, se puede avanzar.”

En ese sentido, March Cerdá defiende un modelo de crecimiento “moderado” y orientado a garantizar el acceso a la vivienda. “Solo debería permitirse construir pisos de protección oficial, ya sea en régimen de alquiler o compra a precios razonables.” Esta medida ayudaría a equilibrar el mercado y proteger a los residentes permanentes frente a la especulación.

Un futuro incierto si no se actúa

“Muchas personas hoy no ven un futuro. La vivienda es más que un techo: es estabilidad, identidad, posibilidad de echar raíces”, dice con tono preocupado. Aunque reconoce que los salarios han subido en España, “no es suficiente para acceder a una vivienda digna”, ni en compra ni en alquiler.

Concluye con una reflexión que marca el tono de esta primera entrega: “La política habitacional ha fracasado. Nos hemos quedado atrás mientras los precios subían y los recursos bajaban. Es hora de repensarlo todo.”

En la próxima parte de esta entrevista con “el Retrato”, Xavier March Cerdá  abordará temas clave como el turismo, la inmigración, el desarrollo urbanístico y el crecimiento demográfico y la necesidad de repensar un nuevo modelo de convivencia para las Baleares.