En Alcúdia si no levanta la caca de su perro… multa de 600 Euros

(el Retrato en España) Para quien llega desde Argentina, hay detalles que, aunque pequeños, revelan mucho sobre cómo funciona la vida cotidiana en Alcúdia, en la isla de Mallorca. Uno de ellos aparece en forma de cartel discreto, clavado en farolas o muros de piedra: “Multa de 600 euros por no recoger los excrementos de su perro”.

Sí, seiscientos euros. Algo así como un cachetazo al bolsillo de cualquier turista desprevenido que imagine que pasear al perro es una actividad sin mayores consecuencias. Aquí, cada bolsita cuenta. El mensaje es claro y no admite interpretaciones creativas: si su can ensucia la calle, usted limpia. Y si no lo hace, paga caro.

Lo llamativo, visto con ojos de visitante , y más aún con mirada marplatense, no es sólo el monto de la multa, sino la manera en que todo está organizado: hay dispensadores públicos de bolsas en las plazas, tachos diferenciados y veredas impecables. Es difícil encontrar siquiera una colilla fuera de lugar.

Este nivel de control y cuidado urbano genera, al principio, una mezcla de sorpresa y respeto. No hay patrullas persiguiendo a a dueños paseando sus perros, pero sí una sensación de que las reglas se cumplen. Los propios vecinos se ocupan de mantener el orden y, si hace falta, de recordárselo al turista despistado.

En un país donde muchas veces la limpieza de los espacios públicos depende de la buena voluntad individual, y donde las multas suelen existir más en los carteles que en la realidad, este tipo de medidas adquiere un tono casi exótico. Es un recordatorio de que aquí, en Alcúdia, la convivencia se construye también desde los pequeños actos.

Una simple caminata con el perro puede convertirse en una lección cultural: en esta isla, la limpieza no es un favor… es una obligación, y tiene precio.