
(el Retrato en España) La bahía de Palma de Mallorca vivió durante seis días una escena poco habitual: el coloso naval USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande del mundo, fondeó frente a la isla y con él desembarcaron alrededor de 3.000 marinos estadounidenses con permiso para disfrutar de la isla. La llegada de la nave, de más de 330 metros de eslora, generó expectativa y un notable movimiento económico en la capital balear.
Los estadounideneses llenaron terrazas, tiendas y bares de Palma en un despliegue que se sintió en las calles tanto como en las redes sociales. Hoteles, restaurantes y comercios notaron un incremento en la actividad diaria, con picos en las zonas más turísticas, como el Paseo Marítimo, la Catedral y el casco antiguo. También se multiplicaron las excursiones organizadas hacia pueblos emblemáticos como Valldemossa y Sóller, así como las salidas en barco y las visitas a playas cercanas.
La presencia masiva de los marinos no pasó desapercibida para la población local. En aplicaciones de citas, como Tinder, los perfiles de jóvenes estadounidenses se convirtieron en protagonistas de un pequeño fenómeno viral, generando encuentros y curiosidad entre residentes y turistas. La convivencia fue descrita como festiva y tranquila por las autoridades locales, que reforzaron discretamente la seguridad en puntos clave.
La escala del portaaviones también tuvo un fuerte impacto logístico. Decenas de embarcaciones menores trasladaron diariamente a los tripulantes desde el buque hasta el puerto, generando una imagen que muchos palmesanos no dudaron en compartir en redes sociales: la imponente silueta gris del Gerald Ford anclada frente a la costa.
Para la Armada estadounidense, esta escala formó parte de un itinerario por el Mediterráneo, en el marco de ejercicios de cooperación y presencia estratégica. Para Mallorca, en cambio, fue una inyección económica inesperada a comienzos del otoño turístico. Aunque no se han ofrecido cifras oficiales, empresarios locales estiman que el gasto de los marinos dejó varios millones de euros en la economía insular.
El buque zarpó discretamente al amanecer del sexto día, dejando tras de sí un rastro de anécdotas y fotografías que quedarán en la memoria colectiva.