El pasado sábado, la inauguración de la tan esperada obra de la Escalera Imperial se convirtió en un momento de orgullo colectivo para Mar del Plata. Sin embargo, la alegría no duró mucho. En menos de 24 horas, un grupo de individuos, cuyos comportamientos no pueden ser más que calificados como barbarie, destrozaron parte de la estructura. La Escalera, que representaba el esfuerzo y la identidad de la ciudad, fue vandalizada sin ningún remordimiento, dejando a la comunidad atónita y profundamente dolida.
La noticia rápidamente cruzó fronteras. A más de 12.000 kilómetros, en Mallorca, los marplatenses residentes en España no tardaron en manifestar su indignación, y hacernos llegar la información enterados de la presencia de “el Retrato” por la Isla. A través de los grupos de WhatsApp, compartieron la noticia con el pesar de quienes, más allá de la tristeza por el daño material, no podían evitar relacionar estos episodios de violencia con una de las principales razones que los llevó a abandonar Argentina: la falta de respeto y la constante destrucción del patrimonio y la cultura local, sumado a puta inseguridad.
Es triste constatar que actos como este no solo dañan el patrimonio urbano, sino también el espíritu colectivo de una ciudad. La Escalera Imperial no es solo una obra arquitectónica; es un símbolo de la historia y la cultura marplatense, un espacio que sintetiza el trabajo y la dedicación de muchas personas que invirtieron meses para hacerla realidad. Esta destrucción gratuita, perpetrada por unos pocos, refleja una carencia de conciencia cívica y una falta de respeto por lo que nos pertenece a todos.
Horas después de que se nos informara sobre el hecho, el intendente Municipal, Guillermo Montenegro, manifestar su enojo y repudio. En sus declaraciones, expresó que el daño causado es un acto de “inadaptados” que “no merecen vivir en esta ciudad hermosa”. Estas palabras, aunque duras, subrayan una realidad innegable: aquellos que destruyen lo que otros valoran y cuidan, están fuera de lugar en una comunidad que se enorgullece de su patrimonio.
El Jefe Comunal adelantó que “Vamos a hacer la denuncia penal para que se investigue a esta gente que no tiene aprecio por el esfuerzo, ni la historia, ni el dinero, ni el tiempo que representa este ícono”, para enfatizar “como tienen tan poca neurona y su vida vale tan poco porque son cabezas de termo creen que tienen que ir a dejar marcas en las cosas que son de todos”.
Más allá de la indignación, este acto pone sobre la mesa una reflexión urgente: la necesidad de educación cívica, respeto por el patrimonio y un cambio profundo en la conciencia social. Es fundamental que Mar del Plata, y Argentina en general, encuentren el camino hacia un respeto verdadero por su historia y su identidad, para que no se repitan estos hechos lamentables.
Ahora solo resta esperar que la Justicia, a veces tan lenta, actúe para que podamos seguir creyendo que podemos vivir, con diferencias, pero en paz y sin agresiones en Mar el Plata, una de las ciudades mas linda del mundo,
Miguel Avellaneda
