
(el Retrato en España). Alcúdia volvió a vestirse de fiesta este fin de semana con la celebración de su 37ª Feria, una cita que ya se ha consolidado como uno de los eventos más esperados del calendario isleño. Desde el viernes, miles de visitantes,procedentes no solo del archipiélago, sino también de buena parte de Europa, recorren las calles del casco antiguo, convertidas en un vibrante paseo de aromas, colores y sonidos.
En total, 144 puestos dan vida a esta feria que combina lo mejor de la tradición local con las nuevas expresiones del arte y la artesanía contemporánea. Hay de todo: desde los clásicos productos gastronómicos de la región , embutidos, panes caseros, quesos curados y dulces típicos, hasta un amplio abanico de trabajos artesanales en cuero, piedra, madera y alambre. Los joyeros locales también ocupan un lugar destacado, con piezas únicas que mezclan técnicas ancestrales con diseños modernos.
El ambiente es, como cada año, uno de los grandes atractivos. Las calles empedradas de Alcúdia se llenan de música, talleres y exhibiciones en vivo que atraen tanto a familias locales como a los turistas que descubren en este rincón de la isla una experiencia distinta. “Es una feria que conserva el alma del pueblo”, comenta una de las organizadoras, “pero al mismo tiempo se abre al mundo con una oferta cultural y artesanal que crece edición tras edición”.
Los visitantes disfrutan no solo de las muestras de artesanía, sino también de los espacios gastronómicos, donde los cocineros locales preparan platos tradicionales al aire libre. El olor a carne asada y hierbas mediterráneas impregna el aire, mientras los músicos animan las plazas con melodías populares.
La feria, que se inauguró el viernes por la tarde con un acto oficial y una degustación de productos regionales, se extenderá hasta este domingo al anochecer. Para muchos, este fin de semana es una oportunidad de reencontrarse con los oficios de siempre y de celebrar la identidad de Alcúdia, un pueblo que ha sabido transformar su tradición en un motor cultural y turístico.
A medida que cae la tarde, las luces de los puestos iluminan los rostros de los visitantes y el murmullo de diferentes idiomas llena el aire. Es el reflejo de lo que la Feria de Alcúdia ha logrado tras casi cuatro décadas: unir a la comunidad local con miles de viajeros que encuentran aquí no solo una muestra artesanal, sino una experiencia auténtica e irrepetible.