
Un voraz incendio consumió en las últimas horas una histórica Casilla Blanquier ubicada en la intersección de las avenidas Colón y Alvear, en Mar del Plata. El siniestro, que movilizó a varias dotaciones de bomberos, se produjo en un inmueble que coniderado patrimonio arquitectónico de la ciudad, lo que impedía su venta o cualquier tipo de modificación estructural. El siniestro es investigado y se esperan las pericias para saber el origen del mismo, ya que muchos son los que piensan que habría sido intencional, atento al precio que hoy tiene en el mercado inmobiliario ese lote.
El edificio, más allá de su valor histórico, ocupaba un terreno altamente codiciado: según estimaciones del sector inmobiliario, la propiedad alcanzaría un valor cercano a los 900.000 dólares. Esa situación alimenta versiones y suspicacias en torno al origen del fuego, dado que la imposibilidad legal de intervenir la casilla convertía al predio en un bien prácticamente inmovilizado.
No es la primera vez que un hecho de este tipo golpea al acervo urbano de Mar del Plata. Años atrás, el cine San Martín, ubicado sobre la avenida Independencia, sufrió un incendio que jamás pudo esclarecerse en cuanto a su intencionalidad. Hoy, en el mismo lugar, se levanta un moderno edificio.
La reiteración de episodios similares despierta preocupación en distintos sectores de la comunidad. Referentes culturales y vecinos advierten que, muchas veces, “no es necesaria la piqueta para tirar abajo un patrimonio”, ya que los incendios, sean fortuitos o provocados, terminan por allanar el camino a emprendimientos inmobiliarios que borran huellas del pasado en beneficio de la especulación.
La investigación sobre el fuego en Colón y Viamonte recién comienza, pero el trasfondo vuelve a poner sobre la mesa un debate pendiente: ¿cómo preservar de manera efectiva el patrimonio arquitectónico frente a la presión del negocio inmobiliario?