Manifestantes celebraron el rechazo al veto en una jornada que será inolvidable

Este miércoles 17 de septiembre, Día del Profesor, se escribió una página histórica para la educación pública argentina. La Cámara de Diputados rechazó por amplia mayoría el veto de Javier Milei a la ley de financiamiento universitario (174 votos afirmativos, 67 negativos y 2 abstenciones) mientras en Mar del Plata una multitudinaria marcha de siete cuadras por avenida Independencia celebraba la victoria legislativa.

Desde las 16 horas hasta las 18, cuando el acto concluyó en Luro e Independencia, miles de marplatenses de todas las edades y condiciones sociales marcharon para defender la educación pública. Sus voces, diversas pero unidas en un mismo reclamo, cuentan la historia de una comunidad que no se resigna al desfinanciamiento.

Luis Ramírez, trabajador portuario de 65 años, llegó acompañado por su familia: “Lo que me mueve es la educación para mi nieto, que el día de mañana pueda ir a la universidad gratuita. Es lo que hace ascender a cada persona, estudiar, que pueda venir a la universidad, cosa que yo no la tuve, pero que mi nieto lo tenga. El presidente no se hace cargo de nada”

Michelle Farías, es estudiante de primer año de Medicina, su testimonio refleja el valor transformador de la educación pública: “Soy la primera generación que está estudiando en mi familia. Eso me mueve. El poder tener un título el día de mañana. El poder recibirme y avanzar un poco más en la vida”.

Trinidad Richter, alumna de la Facultad de Derecho, experimentó directamente el ajuste educativo “Estudio en la Facultad de Derecho y estoy en contra del gobierno, de esto que está haciendo, de que arancele las facultades, de que vete todo. A mi me afecta y nos afecta a todos. Se nota por el tema del Progresar, ya no lo recibo. Estoy hace cuatro años estudiando y es la primera vez, el primer año que no lo tengo”.

Libertad García, estudiante de segundo año de Psicología, describió las condiciones de su facultad:”Somos la facultad con menos financiamiento.  Estamos todos amontonados, no funciona el ascensor y básicamente estamos reclamando por más espacio y más aulas porque no podemos estudiar. Es algo que afecta al día a día a los estudiantes”.

 

Norma Leffinir llevaba un cartel que rezaba “Los jubilados no somos descartables. La patria no se vende. La hicimos los jubilados”: “Yo soy jubilada, eso me mueve todos los miércoles. Hoy es miércoles (en referencia a la marcha de jubilados). No quiero que no haya universidad, tiene que estar siempre presente. Tiene que haber chicos para que sigan estudiando y le tienen que dar la financiación a la universidad, al Garrahan y a todo eso. Es por eso que estoy acá. Soy argentina y eso es lo que me mueve”. La realidad económica de Leffinir ilustra el ajuste sobre los jubilados: “Me afecta muchísimo el ajuste porque soy jubilada. Compro remedios hoy y mañana no tengo. Ahora estoy casualmente en ese motivo, que no tengo ni para la presión ni para uno neurológico. Compro una cosa, la otra cosa no la compro. Los incrementos en la luz, el agua, todo eso me afecta muchísimo. Mi hija vive conmigo, entonces hacemos compartido los gastos. Si no, no podría”.

Virginia Celia Rodríguez, jubilada profesional, portaba un cartel personal: “Basta Milei, soy jubilada, soy discapacitada, soy egresada de la UNCO, SOY ARGENTINA”. Su historia refleja el deterioro del sistema previsional: “Estudié en la Universidad Pública, en la Universidad Nacional del Comahue, y soy licenciada en Servicio Social. Le debo todo al pueblo, y por el pueblo trabajo”.

Su situación económica la obligó a migrar: “Soy jubilada de la provincia de Neuquén y me jubilé con la categoría más alta de la administración pública, después de la totalidad de mis años de trabajo como profesional. El sueldo no me alcanzaba para comer. Me vine a la provincia de Buenos Aires porque es más barata que Neuquén. Estoy lejos de mi familia, pero para que pueda alcanzar lo que cobro”. Su crítica al presidente fue directa: “Este que tenemos hoy en el gobierno es como títere sin cabeza. En lo último que piensa, si es que piensa, en el pueblo”.

Una imagen de color al inicio de la marcha. Elsa Bugado, desde atrás de las rejas de su casa en la calle Peña, acompañó la marcha con una improvisada “cacerola” hecha con una caja de clavos: “Es la juventud lo que está pasando. Que no los apoyan, que la educación no está. Ya no quieren que estemos educados, que no se puede decir nada porque todo está mal. Y si estoy grande, estoy vieja, pero quiero que siga todo, que sigan los cursos, los psicólogos, los médicos, que tengan apoyo del gobierno”.

Un profesor que participó con su familia llevaba un cartel que decía “No al veto, universidad pública siempre, por mí, por vos, por nuestros hijos”. Su testimonio fue breve pero contundente: “Soy recibido de universidad pública y noto mucho el desfinanciamiento. Siento que hay que acompañar a la universidad pública. No llego a fin de mes, se me complica, más con él”, señalando a su hijo pequeño.