
Mar del Plata se ha convertido en un refugio para familias que huyen de la incertidumbre política y bélica de sus países. En medio de un contexto de desarraigo, han encontrado en la costa argentina un lugar para redefinir sus proyectos de vida, integrándose a la comunidad y aportando una valiosa perspectiva sobre la resiliencia y la libertad.
Mar del Plata, con su extenso litoral y ambiente cosmopolita, ha visto cómo históricamente su costa se transforma en un refugio para aquellos que huyen del conflicto y la incertidumbre ¿Qué simboliza echar raíces para quienes escapan de su tierra natal porque ésta no los conforta o no les ofrece lo que buscan para vivir de forma plena? ¿Cómo impacta el desarraigo de su país de origen en quienes ambicionan ser felices en sitios distantes y muy diferentes a su lugar de nacimiento?
La huida de la guerra y la búsqueda de la libertad
Tras la puerta de un hogar en calle Tucumán, Vladislav y Anna Miroshin aguardaban junto a su hija Eugenia. Oriundos de San Petersburgo, la familia migró a Mar del Plata por varias razones, pero la decisiva fue el 10 de noviembre de 2022, cuando Vladislav recibió una citación para unirse al ejército ruso. La carta que cambió sus vidas llegó cuando ya habían tomado la decisión de huir, sintiendo que su libertad y las posibilidades para el futuro de su hija disminuían.
La familia eligió Argentina porque la cultura les resultaba más afín y el costo de vida era menor que en Europa o Estados Unidos. A su llegada, la calidez del pueblo marplatense los conmovió. “Las personas están más felices. Argentina tiene buenas personas, dispuestas siempre a ayudar”, afirmó Anna. Vladislav, por su parte, expresó: “Nos recibieron muy bien, no sé cómo explicar mis sensaciones, la gente es increíble, un milagro, es más cariñosa: se besa, se abraza”. La familia no pretende regresar a Rusia, pues no están de acuerdo con la guerra ni con vivir bajo lo que consideran una dictadura. Culpan al periodismo y la propaganda de influenciar a las personas para hacerles creer que el conflicto bélico es la única solución a los problemas que atañen al país. Agradecen vivir en Argentina, donde las posibilidades abundan y las personas conservan su derecho a la libertad de expresión.
De Lutsk a Mar del Plata: un escape de la radiación
Más de 12.000 kilómetros fue la distancia que recorrió la familia Kovchenko, originaria de Lutsk, Ucrania, en busca de una vida mejor. La razón que motivó esta travesía de magnitud fue la radiación liberada por la explosión del reactor nuclear de Chernóbil, que había alcanzado su vivienda, infectando a Ivan, Larysa y sus seis hijos. Desconcertado por la falta de apoyo del gobierno ucraniano y sin los medios para proteger a los suyos, Ivan tomó la decisión de emigrar. La Embajada Argentina en Ucrania les brindó asistencia, otorgando visas para toda la familia.
Con el tiempo, la familia creció y se estableció en el barrio Alfar. Hoy, con diez integrantes, se sienten agradecidos y felices. “Estoy muy contento y agradezco a Argentina”, manifestó Ivan.
Las hermanas Natalia, Katya y Shulamit describieron la ciudad como un lugar con mucha naturaleza, muy diferente a su tierra natal, donde la nieve y el frío predominaban por ocho meses al año.
Los mayores se identifican como “ucranianos argentinizados”, mientras que los más jóvenes se sienten “argentinos ucranizados”. A pesar de la distancia, observan con dolor la situación de su país, lamentando que “es un constante recordatorio de que hay cosas muy malas en el mundo”.
El cónsul: una perspectiva sobre la comunidad rusa en la ciudad
Para comprender mejor este fenómeno, se llevó a cabo una entrevista con el Cónsul Honorario de la Federación de Rusia en Mar del Plata, Jorge Kuznetzov. Kuznetzov explicó que su rol es “muy amplio”, abarcando el acompañamiento y la asesoría a los inmigrantes. El cónsul estima que alrededor de 3.000 rusos residen en Mar del Plata, aunque no existen estadísticas precisas. El profesional indicó que la gente elige emigrar por “situaciones políticas y económicas” y que muchos se asientan en la zona sur de la ciudad. Esta concentración de la comunidad en la región llevó a la fundación de la Iglesia Ortodoxa Rusa “Los Santos Mártires Reales” en el barrio Alfar. “Muchos se reúnen en esa parte de Mar del Plata por afinidad. Y con la Iglesia se reúnen por religión. Saben que, en caso extremo, tienen personas a las que recurrir”. Justo al frente, un monumento diseñado por el propio cónsul rinde homenaje a los pioneros rusos que se integraron a la Argentina. Tiene un puñado de tierra de Rusia, un escudo y una rampa. Lo más interesante de la pieza, es que está dirigida hacia el este, señalando a Rusia “es un monumento que está así orientado para que cuando te acerques te proyectes hacia tu tierra natal”.
En el marco de las vidas que conforman esta ciudad, los Miroshin y los Kovchenko son solo algunos ejemplos de las familias de inmigrantes que aportan no solo sus experiencias y tradiciones, sino también una lección de resiliencia y esperanza. Enriquecen la comunidad marplatense, demostrando que uno de los verdaderos valores de la ciudad, y del país, reside en su diversidad y en la amalgama de sus diferencias.
Investigacion y Redacción
Priscila Nuñez / Candela Mastromarino / Nicanor Kurchan y Carlos Redondo