
En el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, las organizaciones Abrazando la vida MDP y el Servicio Social Universitario unieron fuerzas para un festival en el Complejo Universitario Manuel Belgrano, con el objetivo de concientizar a la comunidad sobre una problemática que se ha convertido en la primera causa de muerte violenta entre jóvenes en muchas provincias argentinas. Andrea Barbe, referente de Abrazando la vida, y Lorena Boada, del Servicio Social Universitario, en diálogo con el Retrato explicaron la importancia de romper el silencio y la necesidad de una acción coordinada.
Según datos de Abrazando la vida, el suicidio se ha posicionado como la primera causa de muerte violenta en jóvenes en muchas provincias de Argentina en 2024. “Los números que tenemos en Argentina son alarmantes“, afirma Andrea Barbe. Lorena Boada del Servicio Social Universitario, señala que las estadísticas oficiales subestiman la realidad, ya que muchas muertes no se catalogan como suicidio. “Se estima que de los datos que hay sería el doble”, asegura.
Ambas referentes coinciden en que factores como la situación económica y la falta de empleo, que generan estrés y vulnerabilidad, pueden ser agravantes en un contexto social y local tan particular como el de Mar del Plata, una ciudad con una economía balnearia y un entorno social difícil.
Una de las principales barreras para la prevención es el estigma y el miedo a hablar. Para Andrea Barbe, la clave está en estar atentos a los cambios drásticos en el comportamiento de una persona. “Una persona que era de salir y ahora no sale, no se higieniza, está comiendo mal, no duerme las horas indicadas”, son algunos de los indicadores de alerta.
Lorena Boada subraya la importancia de generar un vínculo de confianza. “Lo primero es eso, generar un vínculo con el otro porque es muy difícil que si no tenés un mínimo vínculo la persona te pueda contar”, explica. Una vez que se identifica el problema, Barbe recomienda sentarse, escuchar y acompañar sin juzgar ni intentar dar soluciones.
El trabajo en conjunto de la ONG y el Servicio Social Universitario busca ofrecer herramientas de detección temprana, algo que la Universidad sintió que les faltaba. Esto se logró a través de talleres y capacitaciones para estudiantes y referentes, además de la articulación con el área de psicología del Servicio Social y la Facultad de Psicología.
La colaboración entre Abrazando la vida (sociedad civil) y el Servicio Social Universitario (ámbito académico) es un ejemplo de cómo se pueden complementar los esfuerzos para abordar esta problemática. “Todos podemos hacer prevención. Solamente hay que saber cómo”, destaca Barbe.
Como resultado de este trabajo conjunto, se ha aprobado por unanimidad en el Concejo Deliberante de Mar del Plata el proyecto para crear una mesa intersectorial de prevención de suicidio, un paso clave para lograr políticas públicas coordinadas. “Esperemos que pronto empiece a funcionar”, señala Boada, ya que actualmente las acciones no están coordinadas.
En el área de posvención, Barbe explica que un suicidio afecta a más de 45 personas, y que es crucial el apoyo para evitar otros casos por imitación. “Cuando hay un suicidio, muchas veces estamos en peligro de que haya otro más o más por imitación“, advierte. Si bien existen profesionales de la salud, el grupo de ayuda mutua que lidera Abrazando la vida es uno de los pocos recursos específicos de apoyo en la ciudad.
El festival busca, en palabras de Barbe, “crear esperanza a través de la acción“. El mensaje final es claro: nadie queda bien tras un suicidio. La esperanza reside en que la persona que sufre entienda que “se puede, que ese sufrimiento que tiene ahora va a pasar, que se va a poder estar bien”. La acción más importante es hablar y escuchar, porque la empatía puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.