
Una esquina emblemática del Puerto, que alguna vez fue punto de encuentro, hoy es un paisaje desolador. En la intersección de 12 de Octubre y Edison, donde hasta hace poco se alzaba un antiguo kiosco que fue cerrado, sí, pero aún testigo mudo de otro tiempo. Hoy sólo quedan escombros, restos de muebles rotos, bolsas de residuos y una montaña creciente de basura que amenaza con tapar todo. Literalmente.
Ese kiosco fue uno de los tantos que la Comuna decidió retirar en el marco de un plan de recuperación del espacio público. La premisa era clara: desmontar estructuras en estado de abandono para evitar focos de inseguridad y ocupación informal. Pero en este caso, como en otros, el remedio resultó peor que la enfermedad.
“El kiosco estaba cerrado desde hacía años, pero no generaba mayores problemas. Al menos, no era un basural”, cuenta Javier, vecino de la cuadra desde hace más de 30 años. “Ahora, sin nada que delimite el espacio, la gente tira basura como si fuera un contenedor. Pasás y tenés que taparte la cara del olor”.
Una decisión polémica
La retirada del kiosco fue parte de una resolución municipal implementada en 2024, que permitió avanzar con el retiro de estructuras abandonadas en distintos puntos de la ciudad. Si bien el plan fue bien recibido por sectores del urbanismo que valoraban la limpieza visual y el intento de ordenar el espacio público, la ejecución dejó muchas dudas.
En cada uno de estos casos, el retiro fue justificado por informes técnicos que indicaban “inactividad comercial prolongada, riesgo de derrumbe o vandalismo sistemático”. Pero no hubo un seguimiento posterior ni políticas de transición para garantizar que esos espacios no fueran simplemente reemplazados por escombros y desidia.
Sin control, sin limpieza
El caso de 12 de Octubre y Edison se convirtió en símbolo del problema. Lo que comenzó como una medida para evitar focos de inseguridad terminó siendo, irónicamente, un nuevo foco de abandono.
“Lo sacaron, pusieron una cinta de peligro, y nunca más volvieron. Nadie limpia, nadie controla. El camión de basura no pasa por esa esquina porque no hay contenedor. Entonces, la gente deja lo que tiene a mano. Es como un imán”, lamenta Carlos, comerciante de la zona.
La mugre acumulada incluye todo tipo de desechos: desde restos de poda hasta electrodomésticos rotos, botellas, pañales usados y ¡hasta jeringas utilizadas!. Y, como suele ocurrir, el basural se retroalimenta. Donde hay basura, llega más basura. A la noche, los perros y las ratas hacen el resto.
Los reclamos al 147 y al área de Higiene Urbana se repiten desde hace meses, pero no hay respuesta concreta. “Nos dicen que están al tanto, que ya va a pasar un operativo de limpieza. Pero pasan los meses y el basural crece”, agrega Mabel.