
En Mar del Plata, un operativo encabezado por el Ministerio de Transporte de la provincia de Buenos Aires dejó un saldo de una veintena de vehículos que operaban a través de la aplicación Uber. La medida, impulsada por la Federación Nacional de Conductores de Taxi y su delegación local, fue celebrada por el sector como un triunfo contra lo que califican como “transporte ilegal”. Sin embargo, para muchos trabajadores informales que encontraron en Uber una salida ante la crisis económica, la situación representa la pérdida total de su fuente de ingresos.
El operativo se llevó a cabo en la zona del puerto y, según voceros de la Federación, busca garantizar “la seguridad y legalidad” en el servicio de transporte de pasajeros. El ministro provincial Martín Marinucci fue agradecido públicamente por su “compromiso asumido” en el control de este tipo de prácticas.
Lo paradójico del caso es que algunos taxistas, al margen de su labor formal, también utilizaban la aplicación para sumar viajes, y eso se ha podido comprobar por clientes que llamaban a la aplicacion y aparecia un “techo amarillo” para el viaje. Ahora, la implementación de controles más estrictos pone en jaque a trabajadores que, sin licencias ni respaldo legal, recurren a estas plataformas para subsistir.
Desde la organización de taxistas recalcaron que Uber no cuenta con habilitación oficial para operar en Mar del Plata, y advirtieron que los operativos continuarán en distintos puntos de la provincia.
Mientras tanto, se agudiza una tensión que expone una dura realidad: la competencia no es entre grandes empresas, sino entre trabajadores que pelean por sobrevivir. Una lucha de pobre contra pobre, en una economía donde las reglas no alcanzan a todos por igual.