
El sector hotelero y gastronómico atraviesa uno de sus momentos más críticos. Desde Mar del Plata, la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica encendió una nueva señal de alarma al elevar un pedido urgente a la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (FEHGRA), solicitando que interceda ante organismos nacionales y provinciales para frenar el deterioro de una actividad que, aseguran, está al borde del colapso.
Los empresarios advierten que la situación es insostenible. “La ecuación económica se volvió inviable”, indican, explicando que la rentabilidad, históricamente ajustada en el sector, “hoy apenas roza márgenes del 0 % al 3 %. Este escenario hace imposible sostener la actividad, afrontar deudas pasadas o cumplir con las obligaciones corrientes, en un contexto de creciente presión impositiva, bancarización forzada, aumentos en los servicios y actualizaciones salariales”.
A ello se suma una temporada con baja demanda que agravó la falta de ingresos, dejando a muchas pymes sin respaldo financiero y con pasivos acumulados, especialmente en el ámbito fiscal y previsional. Muchas empresas enfrentan ejecuciones fiscales o embargos, lo que les impide acceder incluso a herramientas que el propio Estado promovió como paliativas, como el plan de pagos en 48 cuotas lanzado en junio. La mayoría quedó excluida por encontrarse en situaciones que no encajan en los requisitos del programa.
Ante este cuadro de emergencia, el sector reclama “tres medidas urgentes: la suspensión de ejecuciones y embargos fiscales y bancarios hasta diciembre de 2025; la creación de un plan de pagos especial para hoteleros y gastronómicos, con condiciones realmente accesibles; y la declaración de la emergencia hotelera y gastronómica a nivel nacional por un plazo de 180 días”.
Desde la entidad marplatense reconocen la complejidad de la coyuntura económica que vive el país, pero subrayan que “sin decisiones políticas inmediatas, gran parte de las pequeñas y medianas empresas del rubro quedarán fuera del sistema. No pedimos privilegios, pedimos herramientas para sobrevivir”, sostienen.
La hotelería y la gastronomía son motores clave del turismo, la generación de empleo y la identidad regional. Dejar caer al sector es apostar por una crisis más profunda, con pérdida de fuentes laborales, cierres definitivos y una cadena de impactos que podría repercutir en toda la economía. La pelota está ahora del lado de las autoridades, que deberán decidir si actúan a tiempo o dejan que una industria estratégica se derrumbe en silencio.