
La industria gráfica argentina enfrenta una profunda crisis, marcada por el cierre de plantas impresoras y la creciente digitalización, que impacta directamente en la cantidad y calidad de los empleos. Aníbal Alexandrescu, directivo del gremio de los Gráficos, en diálogo con “el Retrato”, analizó esta compleja situación que amenaza la existencia del medio impreso.
La industria gráfica argentina atraviesa un período de profunda transformación, exacerbado por la digitalización de los medios de comunicación y la consecuente caída en la circulación de impresos. Esta coyuntura ha derivado en el cierre de plantas impresoras y la reducción de puestos de trabajo a nivel nacional. Aníbal Alexandrescu, directivo del gremio de los Gráficos, dialogó con el Retrato para explicar los desafíos que enfrenta el sector.
Alexandrescu detalló que la situación, latente desde hace tiempo, se acentúa en el contexto actual. Puso como ejemplo el reciente caso de “La Voz del Interior” de Córdoba, perteneciente al grupo Clarín, que cesará sus operaciones de impresión en su planta local para trasladar la producción a Santa Fe. Fenómeno que contribuye a la reducción de fuentes laborales y a la configuración progresiva de “polos regionales” de impresión. La disminución del consumo de papel está directamente vinculada con la “exacerbación de lo digital”, mientras que no hay una política clara para mantener lo impreso. El directivo lamentó que esta tendencia sea percibida como “algo natural”, casi una “extinción” inevitable, cuando no debería serlo.
Según Alexandrescu, esta realidad responde a una lógica de mercado en la que “cuando el mercado manda, si al mercado no le sirve, no sirve y desaparece”. A diferencia de otros sectores culturales que han logrado una defensa de sus producciones, en el caso de los diarios impresos esto no ha ocurrido. El motivo principal radica en que muchos de los propietarios de medios gráficos son también dueños de medios digitales o electrónicos. Por ende, “ellos mismos ven el negocio por otro lado” y no incentivan el formato en papel. En este punto, Alexandrescu mencionó el rol que debería haber tenido la Ley de Medios, al proponer que quien tuviera un medio electrónico no pudiera poseer uno de papel, lo que habría fomentado una mayor pluralidad informativa y, consecuentemente, más oferta laboral.
Las cámaras de diarios del interior, a las que pertenece el gremio de los Gráficos, se encuentran “casi desmanteladas” por la desaparición progresiva de periódicos, perdiendo así su capacidad de influencia y voz ante las autoridades. “Las cámaras tienen voz o son escuchadas cuando tienen una correlación de fuerza”, afirmó Alexandrescu.
En Mar del Plata, el caso del diario “El Atlántico” ilustra esta transformación: de tener 120 gráficos, hoy es un portal digital “operado por dos personas”, propiedad de Aldrey Iglesias, quien también posee La Capital. La escasa cantidad de páginas en las publicaciones actuales de diarios locales como La Capital, según Alexandrescu, limita su capacidad de generar interés público y dificulta un renacimiento sin algún tipo de “subvención” o apoyo.
En cuanto al futuro del trabajo gráfico en Argentina, Aníbal Alexandrescu es cauteloso. Considera que, sin una “cuestión casi romántica” de apoyo o sostenimiento, el formato de diario impreso “tiende a desaparecer”. No obstante, la industria gráfica en general ha logrado diversificarse gracias a las nuevas tecnologías. El segmento que aún se mantiene robusto es el packaging, abarcando todo tipo de estuches y envases para productos de supermercado o farmacéutica. Si bien el consumo actual afecta la producción, en “momentos de alto consumo es donde hay más producción gráfica” se observa en este rubro. En regiones como Mar del Plata, sin grandes productores de packaging, la gráfica se orienta a lo digital, con baja demanda y tirajes cortos. La tradicional folletería, menús de restaurantes, volantes y revistas de ofertas han sido desplazados por el formato electrónico (QR), lo que ha generado una significativa pérdida de fuerza en el sector.
Muchos de los trabajadores, quienes quedan sin empleo tras el cierre de empresas gráficas, optan por iniciar microemprendimientos, comprando pequeñas máquinas para imprimir remeras o stickers, en una especie de “uberización de la industria gráfica” indica Alexandrescu. Sin embargo, estos ingresos suelen ser solo “una changa” y rara vez superan lo que percibían en relación de dependencia. Otros trabajadores se reconvierten a distintos oficios como mantenimiento, gas, electricidad, o incluso se dedican a servicios de transporte como Uber, buscando una salida rápida. Para quienes aún conservan su empleo, las escalas salariales se mantienen a través de las paritarias. No obstante, las jornadas laborales pueden reducirse o se llegan a acuerdos para evitar cierres, dependiendo de la situación de cada empresa.