La flota langostinera congeladora mantiene su conflicto sin resolución tras una nueva audiencia en el Ministerio de Trabajo que finalizó sin acuerdos. El Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) rechazó analizar propuestas de adecuación salarial, argumentando que no aceptarán rebajas, mientras el sector empresario insiste en que se trata de una adaptación a los valores actuales del mercado.
“Cada día que pasa, está un poco peor”, advirtió Domingo Contessi, presidente del Astillero Naval Federico Contessi en diálogo con “el Retrato”, quien lamentó la falta de consensos para operar en “un negocio que está vivo” pero atraviesa una crisis de rentabilidad sin precedentes.
La problematica se sustenta en datos concretos: el precio del langostino cayó de 12 a 5,50 dólares por kilogramo en un proceso que se gestó durante años. “La rentabilidad empresaria se acabó hace dos años ya. Llevamos dos años de pérdida”, explicó Contessi. La propuesta empresarial no implica una reducción lineal del 30% sobre el salario total, sino una adecuación que resultaría en un porcentaje menor sobre el haber bruto. “El salario del marinero está compuesto por distintos ítems y el valor de la producción es uno solo”, aclaró, indicando que el ajuste total representaría aproximadamente un 10% del salario bruto.
Según Contessi el conflicto no afecta directamente a las tripulaciones marplatenses, ya que “la mayoría son de Puerto Madryn, de Corrientes”, sí impacta “en la paz social en general y en la pesca en particular”. La inactividad prolongada genera pérdidas significativas para las tripulaciones. “Han dejado de ganar considerablemente por no querer dialogar. Hoy estarían trabajando y ganando 10 veces más de lo que están ganando de garantía horaria”, señaló, explicando que “al empresario hoy le conviene más tener el barco parado que salir a pescar un producto que le va a vender a pérdida”.
Para Contessi el principal obstáculo radica en “posturas irreductibles o dogmáticas” que impiden el pragmatismo necesario. “Es increíble lo que han dejado de ganar las tripulaciones por no querer dialogar”, lamentó Contessi y rechaza la idea de que se trate de “un capricho de un sector”. “Es una realidad que los mercados se han caído, es una realidad que el negocio ha cambiado”.
El conflicto langostinero forma parte de una problemática más amplia que afecta a toda la industria pesquera. La flota fresquera opera con un 21% de rentabilidad negativa, sosteniendo su actividad “a costa de dejar de pagarle al proveedor, o de pagar sueldos en negro”. Esta situación insostenible se refleja en múltiples indicadores, fábricas que cierran, baja en la compra de barcos y frigoríficos con menos operación: “Hay empresas que mensualmente ponen 20, 30, 40.000 dólares de ahorros para seguir operando, y otras que han vendido activos y barcos para no concursarse”
“La única forma de avanzar en un sector que está trabajando a pérdida en muchos de sus rubros es dialogando”, pero “no estamos logrando un diálogo constructivo ni con el gobierno ni con los sindicatos”. El sector empresario propone “racionalizar los debates” y “poner números sobre la mesa” para que todas las partes comprendan la situación real. Esto implica que el Estado no aumente impuestos a un sector en crisis, que los trabajadores entiendan que no se pueden seguir otorgando aumentos, y que la actividad corrija desfasajes estructurales. “Si los argumentos siguen siendo no racionales, va a ser muy difícil que esto termine bien”, advirtió Contessi ante “el Retrato”.
Una crítica recurrente apunta al “total desinterés” de la clase política municipal, provincial y nacional por la situación portuaria. “Si ignora esta situación, la minimiza o no le interesa analizarla, es muy grave porque no se dan cuenta que en algún momento esto explota”.
La perspectiva es clara: sin consenso y voluntad de diálogo, la crisis se profundizará hasta que las empresas “ya no tengan más activos o ahorros para seguir poniendo”. En ese punto, “la empresa va a desaparecer y ahí van a decir qué lástima que pasó esto, pero ya será demasiado tarde”. La industria pesquera marplatense enfrenta así su momento más crítico, con la necesidad urgente de racionalizar el debate y encontrar soluciones que permitan la supervivencia de un sector clave para la economía regional.