En el Puerto manda la delincuencia: Robaron a menos de 100 metros de la Comisaría Tercera

Una vez más, el Puerto vuelve a ser noticia por la inseguridad. Esta vez, el blanco fue la pinturería industrial Bogsal, ubicada en Padre Dutto al 430, entre las calles 12 de Octubre y Magallanes, a menos de 100 metros de la Comisaría Tercera. Durante la noche, delincuentes violentaron un ventiluz que da a la calle y se llevaron la recaudación del día anterior, sin que nadie los viera ni los detuviera.

Rubén, uno de los propietarios del comercio damnificado, relató que descubrieron el robo en la mañana del viernes al abrir el local. “Nos enteramos al llegar. Rompieron el ventiluz y se llevaron lo que había de la venta del día anterior. La situación está complicada, esto no nos había pasado nunca, pero me acabo de enterar que no fuimos los únicos“, contó. En las últimas horas también fueron víctimas de robos un local de venta de medias y una casa de artículos de limpieza, ambas en la misma zona.

La proximidad con la comisaría, lejos de disuadir a los delincuentes, parece no tener efecto. “Estamos a mitad de cuadra y a menos de una está la Comisaría Tercera. Pero los robos siguen. Por lo que dicen los vecinos, es algo recurrente, sobre todo durante la noche, cuando los locales están cerrados“, agregó Rubén.

El comercio no contaba con alarma ni cámaras de seguridad, y ahora evalúan reforzar las rejas e incorporar algún sistema de protección. “Nunca pensamos que íbamos a necesitarlo. Pero con esto, vamos a tener que hacer algo. No hay otra“, dijo con resignación.

Vecinos de la zona aseguran que los hechos delictivos se repiten con frecuencia, aunque no siempre trascienden. Hay una sensación compartida de desprotección y abandono. Las autoridades, tanto policiales como barriales, brillan por su ausencia o silencio. “Evidentemente esto está liberado. Ya no hay seguridad en ningún lugar. Y menos acá en el Puerto“, opinó un habitante de la zona que se solidarizó con la empresa victima de la inseguridad.

La falta de prevención, la repetición de los delitos y la pasividad de las autoridades refuerzan la idea de que el Puerto se ha convertido en una zona liberada. La comunidad se siente cada vez más sola, obligada a defenderse como puede ante una ola de robos que no da tregua. Mientras tanto, la inseguridad sigue ganando terreno, incluso a la vista de quienes deberían garantizar la protección de los vecinos.