
La reducción de operaciones presenciales, producto del avance tecnológico y de decisiones estratégicas de las entidades financieras, ha generado un aumento sostenido de retiros voluntarios en el sector bancario, tanto en el ámbito público como privado
Según Guillermo Martínez, subsecretario de La Bancaria Mar del Plata, la tendencia se consolidó tras la pandemia, cuando las herramientas digitales desplazaron gran parte de las gestiones que antes requerían presencia física en las sucursales. Esto modificó las estructuras de personal y motivó a los bancos a promover la salida anticipada de empleados próximos a jubilarse.
“Hoy cualquier operación se resuelve desde el celular. Ya no se necesita un empleado para renovar un plazo fijo ni para gestionar pagos, y eso cambia todo el esquema interno de los bancos” explicó el subsecretario.
En el sector privado, la estrategia de ofrecer retiros voluntarios se aplica de forma sistemática. Las entidades prefieren evitar el cumplimiento del ciclo laboral completo y optan por negociar compensaciones económicas con trabajadores que se encuentran a pocos años de la edad jubilatoria. “Es difícil ver a un compañero llegar a jubilarse”, apuntó Martínez. “Antes era habitual, ahora prefieren invertir un dinero tentador antes de que eso ocurra”.
La banca pública solía mantenerse al margen de esta lógica, pero también comenzó a adoptarla. El Banco Nación, por ejemplo, actualmente ofrece paquetes para retiros anticipados. Un caso concreto es el de la sucursal de Córdoba y Moreno, que se ocupaba del pago de jubilaciones y pensiones. Cerró sus puertas hace dos años, y desde entonces los trámites fueron derivados a una sede ubicada a más de cinco cuadras, generando demoras y complicaciones para adultos mayores. “Esa sucursal atendía a cientos de personas por día. El cierre fue un golpe para muchos jubilados” En cambio, el Banco Provincia conserva un modelo más tradicional: cuando un empleado se jubila, su puesto se repone.
Desde el sindicato también se advierte sobre los efectos colaterales de este proceso, que son la pérdida de cobertura médica, la incertidumbre económica y las escasas oportunidades de reinserción laboral para quienes aceptan un retiro anticipado. “La prepaga se vuelve impagable, y a los 50 años es muy difícil empezar de nuevo”, concluyó.