Primero de Mayo en Mar del Plata: la historia obrera que moldeó la ciudad

Ocho horas para trabajar, ocho para dormir y ocho para vivir. Esta consigna, que hoy damos por sentada, encendió uno de los movimientos obreros más importantes de la historia y dio origen al Primero de Mayo. En Mar del Plata, esta fecha adquirió características únicas, forjadas entre el contraste de ser un balneario de élite y una ciudad de trabajadores que luchaban por sus derechos.
El grito de Chicago
El 1 de mayo de 1886, miles de trabajadores en Estados Unidos iniciaron una huelga general exigiendo la reducción de la jornada laboral a ocho horas. En Chicago, epicentro del movimiento, la protesta fue particularmente intensa y culminó el 4 de mayo en la plaza Haymarket, donde una bomba estalló matando a varios policías y manifestantes.
La respuesta gubernamental fue contundente: arrestos masivos y un controvertido juicio contra ocho líderes obreros, principalmente anarquistas. Cinco de ellos fueron condenados a muerte y ejecutados, convirtiéndose en los llamados “Mártires de Chicago”.
En 1889, la Segunda Internacional, una organización que aglutinaba a partidos socialistas y obreros de diferentes países, se reunió en París y proclamó el 1 de mayo como Día Internacional del Trabajador, en conmemoración de estos sucesos y de la lucha por condiciones laborales dignas.
Argentina abraza la causa obrera
Argentina fue uno de los primeros países en adoptar esta conmemoración. La primera celebración del Primero de Mayo en el país tuvo lugar en 1890, apenas un año después de la declaración internacional, algo que refleja la temprana influencia de los movimientos obreros europeos y la llegada de inmigrantes con ideas socialistas y anarquistas.
Durante las primeras décadas, estas manifestaciones enfrentaron resistencia oficial y, en ocasiones, represión policial. Un ejemplo de esto ocurrió en 1909, cuando una manifestación fue duramente reprimida en el evento que se conoció como la semana roja.
El reconocimiento oficial llegó el 28 de abril de 1930, cuando el presidente Hipólito Yrigoyen instituyó formalmente el Primero de Mayo como “Fiesta del Trabajo” en todo el territorio nacional. Según el decreto, la fecha buscaba honrar “a los trabajadores que contribuyen al progreso del país”.
La historia de lucha detrás de “La Feliz”
A principios del siglo XX, Mar del Plata vivía una dualidad única: por un lado, aspiraba a ser el Saint-Tropez argentino donde veraneaba la élite terrateniente y por el otro, era una ciudad de trabajo precario y estacionalidad. Mientras las familias adineradas disfrutaban de los balnearios inspirados en Europa, miles de trabajadores de oficio (muchos de ellos inmigrantes con ideas socialistas y anarquistas) construían literalmente la ciudad.
Las huelgas estallaban principalmente en invierno, cuando el poder económico abandonaba la ciudad y los puntos conflictivos eran las jornadas laborales y las condiciones de trabajo.  Pero hubo dos momentos en que el conflicto rompió todas las barreras, incluso las estacionales: las históricas huelgas de 1911 y 1919
1911: En pleno contexto represivo nacional (marcado por leyes como la de Residencia, que permitía expulsar a extranjeros “indeseables”), estalló una huelga de altísima adhesión en Mar del Plata por las pésimas condiciones y bajos salarios de los obreros, en su mayoría inmigrantes, que trabajaban en el entubamiento del Arroyo Las Chacras. La principal característica de este evento, y lo que marcará la constante en las siguientes movilizaciones fue la solidaridad. Panaderos, carpinteros y otros oficios pararon, transformando el reclamo inicial en una huelga general local. La respuesta estatal fue de una brutalidad extrema: la policía reprimió con fusiles Mauser, causando la muerte de un obrero español y desatando una persecución que llegó hasta los hogares de los huelguistas. Pese a ello, los trabajadores mostraron su capacidad de organización y resistencia.
1919: En Enero de 1919 se revolucionó Mar del Plata en pleno esplendor de su temporada de verano. A diferencia de protestas anteriores, esta no nació de reclamos locales sino como respuesta solidaria a la masacre ocurrida en los talleres Vasena de Buenos Aires durante la “Semana Trágica”.
Lo extraordinario fue su momento y magnitud: mientras la élite porteña disfrutaba de su ostentoso veraneo, la ciudad quedó completamente paralizada. Mozos, cocheros, constructores y trabajadores de servicios abandonaron en masa sus puestos. Los turistas adinerados se encontraron con hoteles sin personal, restaurantes cerrados y servicios básicos interrumpidos.
La respuesta represiva alcanzó niveles sin precedentes en la historia marplatense. 200 marinos armados desembarcaron en la costa con ametralladoras por orden del gobierno nacional. Simultáneamente, las familias de la alta sociedad organizaron sus propias milicias, las llamadas “Guardias Blancas”, grupos parapoliciales que se dedicaron literalmente a “cazar” manifestantes por las calles de la ciudad.
Pese a terminar en violencia, este episodio demostró que el movimiento obrero había adquirido tal fuerza que podía desafiar el orden establecido precisamente cuando la aristocracia consideraba a Mar del Plata su territorio exclusivo.
Posteriormente el Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP) emergió como una de las organizaciones más combativas, con huelgas en 1943 y 1947 donde exigieron mejores salarios y medios de seguridad. Con la llegada del peronismo, los sindicatos pesquero y portuario se integraron a la Confederación General del Trabajo (CGT), fortaleciendo aún más la unión de los trabajadores.