
Ubicado en el corazón del Centro Comercial del Puerto de Mar del Plata, Puerto de Palos es mucho más que un restaurante. Es parte del paisaje y del alma del puerto. Detrás de esa identidad hay una figura que conoce cada rincón del lugar: Raúl Ghilardi, quien desde hace casi 20 años cumple allí funciones y hoy es el encargado y anfitrión permanente.
“Estoy cerca de los 20 años en Puerto de Palos. He pasado por distintas gestiones, pero siempre estuve acá“, cuenta Raúl con la naturalidad de quien siente este lugar como propio en diálogo con “el Retrato…”
Con el paso del tiempo, el restaurante ha visto transformaciones no solo en su carta, sino también en su público. Según Ghilardi, el cliente también fue cambiando y el restaurante supo adaptarse:
Puerto de Palos se fue aggiornando a las situaciones que hemos tenido en el país. Apuntamos siempre al cliente fiel, el que vuelve, el que nos recomienda. Ese es nuestro verdadero sostén.
En cuanto al perfil del comensal es variado, aunque señaló que “el turista sigue siendo protagonista. Viene mucha gente de Buenos Aires, Bahía Blanca, Salta, Jujuy. Y la mayoría viene recomendada. Eso es lo que más valoro”, comenta Raúl, y luego agrega: “Nosotros vivimos del cliente. Todos vivimos del cliente. Si no logramos que vuelva o que nos recomiende, estamos mal.
Cocinar al momento: el sello de la casa
La carta de Puerto de Palos es amplia: carnes, pastas, pescados, mariscos y minutas. Pero si hay algo que lo distingue es su parrillada de pescados y mariscos, ideal para compartir y preparada en el momento, sin nada precocido.
“Acá no tenemos nada marcado – asegura Raúl-. Una mesa de 10 o 12 personas, les cocino todo fresco. Hasta las rabas, que son espectaculares.
¿Y los precios? Actualmente, dos personas pueden almorzar o cenar por alrededor de 30 mil pesos cada una, incluyendo bebida. La atención es personalizada: los mozos asesoran para que el cliente no pida de más y disfrute lo justo.
“Una tira de asado con papas fritas y un postre, con bebida incluida, ronda los 30 mil. La gente come bien. Y lo más importante: come lo que quiere. Si quiere pastas, también. No todo el mundo come pescado”, explica Ghilardi.
Temporadas, turnos y fidelidad
El restaurante puede manejar hasta 300 cubiertos por día. En fechas especiales como Semana Santa, la expectativa crece.
“Un día ideal sería hacer 500 cubiertos en un turno. Abrimos al mediodía y a la noche. De 11:30 a 15:30, y de 19:30 hasta la medianoche”.
Aseguró que la última temporada no fue excepcional, se mantuvieron firmes gracias a la fidelidad del público, “No fue un éxito, pero tampoco mala. Nos mantuvimos gracias a la gente que vuelve.
Durante Semana Santa, aunque el consumo de carne disminuye, el movimiento se mantiene alto. La carta no cambia, justamente para asegurar agilidad en el servicio.
“Prefiero no hacer platos especiales. Queremos que la gente se siente y coma rápido, sin demoras”, comenta con claridad.
Una mirada al futuro
Ghilardi reconoce que la gastronomía atraviesa momentos complejos, pero mantiene la esperanza. Sabe que muchas familias dependen del restaurante, y que el futuro se construye día a día, cliente a cliente.
“Yo les digo a los chicos: cuidemos al cliente. Es nuestro único pilar. Si el cliente no vuelve, no hay negocio”
Para él, uno de los desafíos sigue siendo la difusión del Centro Comercial del Puerto. “Muchos turistas llegan sin saber exactamente cómo, guiados solo por Google Maps. Faltan carteles, indicaciones. Me lo dicen siempre. Y eso no depende de mí, pero es algo que deberíamos mejorar.
¿Y cuánto cuesta salir a comer hoy?
Raúl hace cuentas al aire y arma un menú imaginario para una familia tipo: “Dos adultos, dos niños. El menú infantil es más económico. Pueden gastar alrededor de 100 mil pesos. Incluso menos. Porque si comés una hamburguesa en el centro con una gaseosa, también te vas a 25 o 30 mil pesos. Acá comés bien, abundante y fresco”
Con dos décadas de experiencia, Raúl Ghilardi sigue sosteniendo la cocina de Puerto de Palos como el primer día: con entrega, pasión y respeto por quien llega a su mesa.
“Puerto de Palos es como mi casa. Lo defiendo y lo cuido porque me ha dado mucho. Y porque todavía tiene mucho para dar”