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En la homilía, el flamante Obispo de Mar del Plata Monseñor Ernesto Giobando manifestó que “hace un poco más de un año, precisamente trece meses, llegué a esta diócesis de Mar del Plata como Administrador Apostólico por pedido de la Santa Sede, y hoy, en la fiesta de la Cátedra de San Pedro asumo como Obispo y Pastor de esta iglesia particular.” “Los invito, como dije en mis primeras homilías en esta iglesia Catedral, a que contemplemos los dos relieves del altar mayor: a la derecha de ustedes podemos ver la escena de la tempestad calmada, confiemos que aún en medio de las tormentas el Señor siempre está, y que de toda crisis salimos mejores o peores, pero no iguales. ¡Cuántas veces pasamos por tiempos de tormentas o tempestades! Vivimos en un puerto donde los pescadores saben los peligros y las dificultades de adentrarse en un mar que impone respeto. Superamos las tempestades confiando en el Señor, aún a pesar de nuestra poca fe”, explicó.
Y prosiguió “el otro relieve, a la izquierda, es el de la pesca milagrosa. Durante todo este año pensé y recé frente a este mar inmenso, en un lugar que me tenía reservado el Señor, escrutaba el horizonte y miraba las orillas, esperando que el Señor me dijera y nos dijera como rebaño suyo y como Pueblo de Dios: “Naveguen mar adentro y echen las redes”. Así lo hicieron en aquella mañana, en el mar de Tiberíades, confiando en su palabra, subieron a la barca de Pedro y echaron las redes y fue tal la cantidad de peces que sacaron, que pidieron ayuda a otras barcas. Pedro se postra a los pies del Señor y reconoce que es un pecador, pero allí escucha las palabras que marcarán para siempre su misión: “serás pescador de hombres”. Así hoy también queremos ir mar adentro, echar nuevamente las redes y pescar a muchos, a quienes tienen deseos de creer y hacer de este mundo una casa común, un mundo más justo y solidario.”
Comentando el pasaje del Evangelio que se proclamó en el que Jesús pregunta a sus discípulos “Y para ustedes ¿Quién soy yo?”, Giobando explicó: “si me permiten quisiera compartir con todos ustedes, a partir de hoy, el nuevo rebaño que debo apacentar, quién es Jesús para mí. Es mi Amigo que hace 50 años, en el Año Santo de 1975, me llamó en las orillas de mi Santa Fe natal. Nos acompaña este cuadro de Nuestra Señora de los Milagros, reproducción pintada por mi madrina y que me regalara el día en que me ordenaron sacerdote jesuita, allá por 1990, en el día de los Santos Mártires Rioplatenses. Delante de ese cuadro, les decía, mis padres me consagraron al poco tiempo de nacer y delante del cual recibí la vocación, por eso Ella me acompaña todos los días y a Ella confío mi ministerio y a todos ustedes.”
“Jesús es mi Amigo y es nuestro Salvador y poder anunciarlo, predicando su Evangelio a todas las naciones y pueblos, es la tarea más hermosa que me haya podido tocar. Poder hablar de Él, poder perdonar por Él, poder celebrar la Eucaristía con Él, es la mayor riqueza y el mayor consuelo, no soy digno de semejante regalo, pero aquí estoy, aquí estamos para cumplir su santísima voluntad”, aseveró.
Seguidamente destacó que “la Cátedra de Pedro es la silla donde se sienta el Papa y en comunión con él es la silla donde se sienta el Obispo, precisamente ubicada aquí debajo de estos dos relieves. La barca y la cátedra de Pedro no serían más que unas cuantas maderas si el Señor no estuviera junto a Pedro y junto a nosotros. Subamos a esa barca “cum Petro et sub Petro”, con Pedro y bajo Pedro. Nadie está obligado a subir, pero los que quieran hacerlo, una vez arriba hay que remar juntos, trabajar juntos, rezar juntos, confiar juntos, sufrir y alegrarnos juntos y que podamos dar una mano al que se hunde, como la escultura que vemos cuando llegamos a Mar del Plata (en la rotonda de Luro y Champagnat).”
“La Iglesia, hoy pastoreada por el Papa Francisco, me confía el timón de esta comunidad, en una barca que no es mía, ni las redes son mías, ni esta cátedra es mía. Como los talentos confiados, como las ovejas de este rebaño, como los sacerdotes, diáconos y seminaristas, como las consagradas y consagrados, como los docentes, alumnos y familias de nuestros colegios, como las parroquias y movimientos: no son míos, no los puedo poseer y manejar a mi arbitrio, no son míos, yo soy de ustedes y juntos somos servidores de Dios”, afirmó Giobando.
Finalmente, pidió que “María Santísima nos lleve de su mano, que San Pedro y Santa Cecilia intercedan por nosotros, que Santa Mama Antula y el Santo Cura Brochero nos ayuden a fomentar los Ejercicios Espirituales y que juntos podamos peregrinar con una renovada esperanza.”