Viale se descargó con todo y reconoció que “me faltó firmeza para mandarlos a la mierda”

El periodista Jonatan Viale hizo su descargo a traves de su programa “Te Ves”  horas después de la entrevista que realizó con el presidente Javier Milei, de la que se filtró un fragmento sin editar que expuso que se omitieron partes en la primera versión publicada. Eso derivó en cuestionamientos hacia su rol como entrevistador, por lo que decidió dar explicaciones.

En la oportunidad dijo:

No tengo idea de cómo estoy acá. Créanme que era mucho más fácil quedarse en la cama tapado. Pero me vino a buscar un gran amigo y me dijo algo que me hizo pensar: “No te dejes quebrar”, “No les des el gusto”, “Levantate por Romeo, por Rafi, por Mica”. “Y levantate por Mauro”.

Acá estoy, por respeto a ustedes que nos siguen todos los días e hicieron de este espacio el programa líder de la discusión política argentina.

A ustedes, lo que tengo para decirles es que ni en pedo los voy a defraudar. No me voy a dejar quebrar por un grupo de mala gente, de resentidos, de envidiosos, y de mala leche que quieren destruir la credibilidad de alguien que siempre intentó hacer las cosas bien. Yo tengo 39 años y la mitad de mi vida la pasé acá en la tele. Me tuve que ir corriendo de Intratables cuando nació Romeo, hace 8 años. Me tuve que ir corriendo de Radio La Red cuando nació Rafael, hace 5 años. Hace 20 años que de alguna forma comparto mi vida con ustedes.

Para los que tengan alguna duda sobre mí, les puedo asegurar que nunca jamás agarré un mango de ningún gobierno. No necesito; no quiero; no me interesa; tuve mil oportunidades; las rechacé todas.

¿Y entonces qué pasó ayer en la entrevista con Javier Milei? Les voy a decir exactamente la verdad. Ya íbamos una hora de entrevista donde le había hecho 37 preguntas sobre el caso “Libra”. Le pregunté todo; pero todo. Al final, en la última pregunta, se metió Santiago Caputo. ¿Por qué? Porque Milei dijo que le iba a consultar al Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, por la causa.

¿Qué hizo Caputo? Una grosería: se metió de la nada, cortó la nota y le dijo algo al oído a Milei. Yo dije: “Ah, por un quilombo judicial” y acepté sacar esa parte.

¿Me equivoqué? Sí, me equivoqué.

¿Qué pasó? Tenía enfrente al Presidente de la Nación, a su hermana Karina Milei, al Ministro de Economía Luis Caputo, al vocero presidencial Manuel Adorni, al asesor Santiago Caputo. Me faltó firmeza para mandarlos a la mierda. Tuve miedo de que la nota se suspenda. En ese momento solo pensé en que la entrevista corría riesgo y quise asegurarme tener el material para la gente después de un fin de semana con mucha incertidumbre.

Te aseguro que todo el fin de semana estuve con miedo de que la entrevista se cayera. Pensaba que por el escándalo del “Libra Gate” me la podían suspender. Entonces, ¿quise proteger al Presidente? No. ¿Quiero que esto salga bien? Sí. Realmente estoy seguro de que esta es la última oportunidad que tenemos como país para salir adelante. No quiero que a Milei le vaya bien. No me interesa Caputo. No los conozco a Caputo. No me interesa Adorni. No me pagan.

Vivo hace 10 años en un departamento de 3 habitaciones en Belgrano. No tengo mansiones. No tengo Ferraris. Llevo a mis dos hijos a un colegio privado normal. Le pago la prepaga a mi vieja. No me interesa vivir una vida de lujo.

Te cuento esto para que entiendas que no opero, que no milito ni me interesa el periodismo partidario. No hago operaciones porque no me gusta y porque además todo el mundo se da cuenta cuando miento. Soy malo mintiendo; me pongo nervioso, ansioso, colorado; inquieto.

Pero sí quiero que esta vez salga bien. ¿Por qué? Porque, con total honestidad, siento que hace muchos años que nos vienen haciendo mierda. El país está lleno de villas. Cagaron la cultura del trabajo. Cagaron la cultura del esfuerzo. Está lleno de pibes arruinados por el paco y la merca en las esquinas del conurbano. Largaron un montón de chorros a la calle. Rompieron para siempre nuestra moneda.

Cuando era chico almorzaba con $5, una pizza y una coca. Y yo estoy seguro que todo eso fue producto del daño que hicieron distintos gobiernos populistas. Que imprimieron sin control. Que regalaron 20 millones de planes sociales. Que relajaron las evaluaciones en los colegios. Que destruyeron el lenguaje hermoso que tenemos. Que llenaron de corruptos la administración pública. Que llenaron de ñoquis, de amigos y de amantes el Estado. Que pusieron jueces militantes para que no pase nada en la justicia. Yo estoy convencido que rompieron todo lo que tocaron.

¿Qué pasó? En 2015 pensé honestamente que teníamos una gran oportunidad de cambio. Sé que hubo gente que tuvo buenas intenciones, pero el cambio no alcanzó y volvieron. Volvieron peores, nos encerraron, nos lastimaron y nos insultaron. En lo personal, a mí me llegaron a decir que mi papá se había muerto por mi culpa porque yo pedía que aflojen la cuarentena que nos estaba destruyendo. Entonces mi papá se había enfermado de COVID por mi culpa. Eso son: muy agresivos. Tienen mucho odio. Les gusta lastimar al otro. Tienen vidas llenas de resentimiento y envidia y porquería y entonces buscan lastimarte. Bueno, a esos lamento decirles que no van a poder. No me van a poder quebrar. ¿Sabés por qué? Porque no hice nada malo.

Entonces, volviendo a la cronología y llegando al 2023. Creo que estamos ante una nueva oportunidad de cambio absolutamente histórica. ¿Confío en Milei? A veces sí. A veces no. A veces me gusta. A veces no me gusta. Me gusta cuando habla de economía. Me gusta cuando baja la inflación. Me gusta cuando corta los curros. Me gusta cuando se enoja con la casta. Me gusta cuando se indigna con los chorros. No me gusta cuando insulta. No me gusta cuando lo pone a Scioli. No me gusta cuando dice que todos los periodistas somos una mierda. No me gusta cuando deja entrar estafadores en la Casa de Gobierno que le roban la plata a la gente.

Pero, con total sinceridad, creo que lo que pasó ayer en ese segundo de poca lucidez en la Casa Rosada es que quise ayudar a que esto salga bien. ¿El periodismo tiene que hacer eso? No. El periodismo está para contar, está para opinar, está para criticar, está para investigar, está para molestar. ¿Siempre hacemos las cosas bien los periodistas? Tampoco. Uno tiene buenas noches, malas noches, regulares noches. Ayer había sido una entrevista muy interesante y se cagó al final. ¿Por qué? Porque no tuve la firmeza de echarlo a la mierda a Santiago Caputo.

Allá ellos. El Presidente deberá reflexionar sobre cuánto daño le hace una persona que se siente con la soberbia para meterse en una entrevista de televisión que luego ven millones de personas. Pero eso es otro asunto que no viene al caso. Hoy, estoy acá dando la cara para decirles que ni en pedo me bajo de este barco. No tengo mucha fuerza, pero la voy a recuperar. No tengo mucha energía, pero la voy a recuperar. Estoy caído por las críticas, pero me voy a levantar. ¿Sabés por qué? Porque no le robé a nadie; no le hice daño a nadie, no jodí a nadie. Ya me fui de un lugar por no querer servir a un candidato.

Entiendo perfecto el vuelto. Me banco el vuelto. Acepto las reglas del juego. Yo juego duro y ahora me toca recibir duro. Yo tiro fuerte y ahora hay muchos que dicen: “Ves”, “Es de Milei”, “Es operador”, “Lo cuida”, “No es periodista”, “Sigue órdenes de Caputo”. A todos esos les digo: “Me importa un carajo lo que opinen de mí”. Yo estoy seguro de lo que soy. Soy periodista. Soy comunicador. Juego fuerte. Critico. Opino. Traigo información todas las noches. Traigo números. Traigo placas. Armamos carátulas. Sabemos hacer un buen show periodístico. Y sobre todo tenemos el mejor equipo de periodistas de la Argentina.

Nos eligieron para el prime time de la señal de noticias líder de la Argentina. Así que no me pienso caer. ¿Sabés por qué no? Porque además de periodista soy padre de dos pibitos maravillosos. Y esos dos nenes cuando me miran a la cara sienten orgullo de lo que ven. Muy breve anécdota y no jodo más. Cuando estábamos volviendo de las vacaciones en el aeropuerto de Ezeiza, se le acercó una persona cualquiera a Romeo, mi hijo de 8, y le dijo: “Tu papá es un capo”. ¿Sabés lo que me dijo Romeo? “Papá, estoy orgulloso de vos”. Yo con eso ya estoy satisfecho.

No necesito el ok de María O’Donnell. No necesito el ok de Tenembaum. Me chupa un huevo lo que diga Alejandro Bercovich. No me siento ni mejor ni peor periodista por la runfla de catadores de periodismo que hay en la Argentina. Yo estoy bien parado porque mis hijos y mi familia y mis amigos me bancan. Yo estoy bien parado porque ustedes del otro lado hace muchos años que nos vienen eligiendo. Hoy escuchaba a Miguel Ángel Pichetto que se hacía el canchero en Radio Rivadavia ante un colega mío que se quedó callado. Pichetto me dijo: “Periodista al servicio del poder”. ¿Vos podés creer eso? Pichetto, el político que vivió toda su vida al servicio del poder político. El senador que le cuidó los fueros a Cristina Kirchner para que no vaya presa. El diputado que el otro día se abstuvo en “Ficha Limpia” para cuidar a los presidentes de las causas de corrupción. El hombre que toda su vida defendió a la casta política.

¿En serio yo me tengo que bancar que Pichetto me diga que soy un periodista al “servicio del poder”? Justamente por eso estoy acá poniendo la cara. Porque estoy seguro de que en la Argentina hay buena gente y hay mala gente. Hay buena gente que quiere que al país le vaya bien, con ladrones presos, con corruptos presos, sin inflación, sin afano, sin estafas, sin monjes negros, sin negociados, sin 200 asesores, sin pensiones de $35 millones. También hay gente que quiere que al país le vaya mal porque les sirve ese país roto. Les sirve que haya villas, pobres, burros, dependencia, inflación, clientelismo y sindicalistas chorros.

Ese país que Pichetto defiende yo no lo quiero más. Entonces, me puedo equivocar; una vez; dos veces; tres veces; mil veces. Pero nunca voy a dejar de intentarlo. Acepto las reglas del juego. Nací en la televisión; acepto las reglas de la opinión pública; son salvajes, pero acá estamos. Acepto los memes; acepto las cargadas. Lo que no acepto son las mentiras y los oportunistas. Lo que no acepto son las críticas de los “colegas” que se llenan de guita con sobres de la política. Lo que no acepto es que los políticos ladrones me vengan a dar cátedra de moral. Lo que no acepto es que el kirchnerismo me enseñe a vivir. Lo que no acepto es que el golpeador y fiestero de Alberto Fernández predique la moral.

Alberto: cerrá el orto. No le pegues a las mujeres. Hiciste de la Quinta de Olivos un cabaret. Por tu culpa murieron miles de argentinos porque estabas feliz con tu encuesta de mierda donde medías 80%. Acordate lo que dijo Guzmán: “La cuarentena fue una bandera política que hizo fuerte al gobierno. Por eso, fue más larga de lo que debió haber sido”. Vos fuiste un malnacido que encerraste a la gente para rascar unos puntitos más.

Bueno, yo no me voy a dejar correr por esa gente de mierda. Por eso no me rindo. Por eso, no se van a poder deshacer de mí. Lo lamento, pero no.

Pasarán algunos días. Bajará la espuma y seguiremos adelante. Repito: no van a poder con nosotros, aunque les duela. Acá estamos. Más firmes que nunca.