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En las últimas décadas, el fútbol marplatense ha vivido un gran crecimiento, pero hoy en día, ni el emblemático estadio José María Minella ni los grandes exponentes, Aldosivi y Alvarado, se encuentran en su apogeo. A pesar de haber sido testigos de épocas gloriosas, tanto el Mundialista como el Tiburón y el Torito atraviesan, especialmente los portuenses, momento complicados y evidencian carencias que les impiden alcanzar su máximo potencial.
El histórico Minella, escenario de innumerables hazañas deportivas y símbolo de identidad para la ciudad, muestra signos claros de deterioro. Sus tribunas, que alguna vez vibraron al ritmo de multitudes eufóricas, hoy requieren inversiones significativas en infraestructura y modernización para volver a ser el orgullo de Mar del Plata. La falta de mantenimiento y la escasez de recursos han llevado a una situación en la que el estadio, a pesar de su rica historia, ya no refleja la fuerza y la magnitud que lo caracterizaban en su época dorada. En paralelo, los dos equipos que juegan en sus instalaciones también se encuentran en una etapa de transición. Aunque Aldosivi y Alvarado han logrado mantener la ilusión de sus hinchas, ambos clubes evidencian debilidades en aspectos claves que les imposibilitan un crecimiento mayor, constante y seguro.
“Aldosivi: en busca de un plan”
Por el lado del Tiburón, la incapacidad de encontrar una planificación futbolística y económica que le permita asentarse en la Primera División lo ha llevado a transitar dos descensos en cinco años: 2017 y 2022. Si bien ahora se encuentra en la élite del fútbol argentino, acumula cinco derrotas en cinco fechas. Asimismo, en 450 minutos de fútbol sólo marcó un gol y cuando iba perdiendo por tres. El entrenador Andrés Yllana argumentó en sus conferencias de prensa “la dificultad para concretar amistosos, la incorporación de jugadores a último momento e incluso con la competencia iniciada, además de que muchos llegaron sin una condición física deseable”.
Todo esto muestra, de forma clara y evidente, la falta de un proyecto a largo plazo. En el lado institucional, Aldosivi ha inaugurado su casa formativa que albergará 22 jugadores de inferiores. En el fútbol femenino ha logrado un histórico ascenso a la Segunda División. Sin embargo, la falta de inversión a conciencia en el fútbol masculino le ha traído más dolores de cabeza que certezas. Una preocupación constante que hasta lo ha puesto en riesgo de caer a la Tercera División en 2023.
“Alvarado: en busca de organizarse”
Por su parte, con más pena que gloria el Torito ha logrado asentarse en la Segunda División. No obstante, la inestabilidad institucional ha repercutido en su rendimiento futbolístico. Si bien actualmente participa de su sexta temporada consecutiva en la categoría, sólo en una de las primeras cinco finalizó por encima del décimo puesto: en la temporada 2021 quedó octavo en la Zona A. Un rendimiento muy pobre para un equipo y una institución con deseos e intenciones más grandes.
Con directrices claras y en conjunto, Alvarado debería ser capaz de desarrollarse futbolísticamente y comenzar a pelear por los primeros puestos de forma regular. La falta de autoridades competentes e idóneas no le ha pasado grandes facturas hasta ahora. Sin embargo, de no mejorar la situación podría empezar preocuparse por cuestiones futbolísticas.
A pesar de este panorama algo desalentador, la realidad es que tanto el Minella como los clubes tienen un enorme potencial por explotar. Así como el estadio fue llamado a licitación y se espera por una presunta recuperación, ambos clubes deben rever sus decisiones para alcanzar su cénit. El caso de Aldosivi y Alvarado es un reflejo de la dualidad que vive el fútbol marplatense. Por un lado, se recuerda con nostalgia el pasado glorioso, mientras por el otro, se vislumbra un futuro prometedor si se implementan las reformas necesarias. Por eso, les es imperativo modernizar la gestión deportiva y administrativa para convertir esos recursos en resultados concretos dentro del campo de juego.
Por estas razones el fútbol marplatense se encuentra en una encrucijada. La melancolía por lo perdido se mezcla con la esperanza de recuperar la grandeza. Mientras el estadio José María Minella guarda en sus muros el eco de glorias pasadas, Aldosivi y Alvarado tienen ante sí la oportunidad de reinventarse y volver a encender la pasión de propios y extraños. El desafío es grande, pero el potencial por explotar es indudable, y quizá, con las inversiones y reformas adecuadas, Mar del Plata pueda consolidarse, en el ámbito futbolístico, como referente a nivel nacional de una vez por todas.