A poco de nacer sobrellevaron complejas cirugías del corazón. En uno de los casos se logró conocer el diagnóstico durante los controles del embarazo. Las historias de Lian y Pilar.
A los 15 días desde el inicio del embarazo empieza a formarse el corazón, ese órgano indispensable para la vida, asociado al amor, que bombea sangre a todo el cuerpo. A veces, ese proceso falla y se produce lo que en medicina llaman “cardiopatías congénitas”. Se calcula que 1 de cada 100 bebés sufrirá alguna de estas malformaciones cardiacas que figuran entre las primeras causas de mortalidad infantil.
Ese fue el diagnóstico de Lian y Pilar, dos bebés operados con éxito en el Hospital Interzonal Especializado Materno Infantil Don Victorio Tetamanti de Mar del Plata. A horas de nacer, ambos ingresaron a un quirófano y sobrevivieron a cirugías de altísimo riesgo: se les debió parar el corazón y reemplazarlo por una bomba extracorpórea para que la sangre no deje de llegar a todos sus órganos.
Con sólo un mes de vida, ambos bebés atravesaron intervenciones a corazón abierto de más de cinco horas y aún permanecen internados con sus mamás, Maia y Celeste; pero ya están casi listos para, por fin, llegar a casa.
“Las cardiopatías congénitas se desarrollan durante la gestación y se pueden diagnosticar a partir de la semana 20 del embarazo, situación ideal para planificar el nacimiento en un hospital como el nuestro que, desde hace 15 años, cuando se puso en marcha el Plan Nacional de Cardiopatías Congénitas, cuenta con la complejidad y todos los recursos necesarios para efectuar estas cirugías al nacer”, explicó Carlos Vázquez, jefe de Cirugía Cardiovascular del hospital Materno Infantil Victorio Tetamanti de Mar del Plata, quien fue parte de ambas intervenciones.
Con estas dos cirugías, este hospital provincial llegó, en diciembre pasado, a los 750 procedimientos cardiovasculares quirúrgicos y hemodinámicos, un trabajo que involucra el compromiso y la capacidad de mucha gente: “El equipo de salud incluye a 40 integrantes en forma directa, cardiocirujanos, cardiólogos, recuperadores, hemodinamistas, anestesiólogos, enfermeras, instrumentadoras, hemoperfusionistas, técnicas en anestesia y hemodinamia, todos ellos especializados en cardiopatías congénitas”, detalló Ramiro Pellicciari, cirujano.cardiovascular del hospital Materno Infantil de Mar del Plata, quien también intervino en las cirugías de Lian y Pilar.
Y agregó que, además, forman parte del equipo integrantes del servicio de salud mental y trabajo social para la contención familiar, logística de traslados, controles y visitas a los especialistas, y una secretaria administrativa para coordinación, estadística y seguimiento de todos los pacientes
Si bien no se trata de enfermedades prevenibles, “es posible reducir el riesgo con consultas y estudios ecográficos durante el embarazo, que es lo que ocurrió con Lian, lo que nos permitió organizar su nacimiento en nuestro hospital sin exponerlo al riesgo de un traslado”, explicó Vázquez.
Las historias
Pilar fue un caso inesperado. Su mamá, Celeste (28), vive con su marido y su hija de 6 años en General Lavalle, partido de la Costa: “Tuve un embarazo que parecía normal, la beba nació en el hospital de Mar de Ajó sin problemas el 10 de diciembre. Cuando nos iban a dar el alta, el 12, se descompensó, estaba morada”. Luego de llevarla urgente a revisación, un médico le dijo que llame cuanto antes al papá porque la nena se moría: “Y realmente era así, pero no sabían que tenía. Llamé desesperada a mi pareja y a mi mamá. Nos dijeron que la única posibilidad de sobrevida era llevarla al hospital materno de Mar del Plata, pero era un traslado muy riesgoso y no sabían si iba a sobrevivir”.
Viajó en la ambulancia junto a la beba, un médico y una enfermera. “Llegué al hospital de Mar del Plata desplomada, el viaje fue muy angustiante, no podía creer lo que estaba viviendo”.
A la media hora de ingresar ya sabían el posible diagnóstico: una cardiopatía congénita muy grave. El cirujano Carlos Vázquez confirma que a Pilar la operación le salvó la vida: “Tenía la arteria aorta con una interrupción y un orificio entre las dos cavidades inferiores del corazón. Se restableció el flujo y se cerró el orificio en una bebé de menos de tres kilos”
Celeste, la mamá, recuerda que la cirugía duró seis horas, las peores de su vida, desde las 8 de la mañana hasta las dos de la tarde lloró sin parar junto a su pareja. “Tenía mucho miedo de que alguien salga del quirófano a darme la peor noticia. Cuando los médicos dijeron que todo había salido bien quedé en shock porque era una cirugía a corazón abierto, con órganos dañados en una beba muy pequeña”, cuenta Celeste, y pide destacar “la calidez humana que nosotros recibimos de toda la gente del hospital desde que entramos, siempre vamos a estar agradecidos”.
Pilar sigue internada con su mamá en una sala de pediatría. Lo peor ya pasó. Ya más tranquila, su mamá espera que le den el alta para volver a casa, donde la espera su pareja y su hija de seis años: “Hoy estoy muy contenta porque ya tiene un poco más de fuerza y empezó a tomar la teta”.
El caso de Lian fue diferente. Su mamá Maia (19) es de Mar del Plata y fue a hacerse una ecografía de rutina en un centro privado. Allí notaron la cardiopatía: “Cuando me lo dijeron sentí mucha angustia, me nublé, no paraba de llorar”. Inmediatamente le recomendaron ir al Tetamanti donde pudieron planificar el nacimiento por cesárea e intervenir al bebé a poco de nacer.
“Si bien fue una cirugía de urgencia, en el caso de Lian hubo un diagnóstico prenatal que es muy importante para reducir riesgos. Al bebé no se le había desarrollado la arteria pulmonar y, además, tenía un único ventrículo por lo tanto requirió una intervención ni bien nació”, explicó Vázquez.
Estos cuadros son tan delicados que requieren tres cirugías: al nacer, a los seis meses y a los dos años: “Se le practicó una anastomosis sistémica pulmonar, un procedimiento quirúrgico que consiste en crear una conexión entre una arteria y las ramas pulmonares. Es una cirugía de urgencia pero fue muy beneficioso haber logrado un diagnóstico prenatal”, contó el cirujano y se mostró optimista sobre el desarrollo de Lian: “Excepto deportes de alto rendimiento, va a poder hacer una vida normal”.
El equipo de salud del Tetamanti organiza reuniones entre madres y padres de bebés que atravesaron estas complejas cirugías con familias que están a la espera de una operación similar. “Es muy importante generar espacios de diálogo y contención coordinados por el hospital porque son situaciones muy estresantes para las familias y creemos en un abordaje integral de la salud”, concluyó Vázquez.