El incidente ocurrido en la Avenida Independencia dejó una imagen dramática de destrucción y angustia. Un automóvil que transitaba por la arteria principal, a la altura de la intersección con la calle Tres de Febrero, comenzó a arder en llamas en el compartimiento del motor. Lo que parecía ser un problema aislado rápidamente escaló a una tragedia a punto de desbordarse, ya que el fuego se expandió de manera incontrolable, alcanzando a un automóvil estacionado a menos de un metro de distancia.
El Chevrolet Aveo, el primer vehículo afectado, sucumbió ante el voraz incendio, convirtiéndose en una carcasa carbonizada. A su lado, el Peugeot 208 estacionado pasó por la misma suerte, quemándose por completo a medida que las llamas no encontraban resistencia. Los transeúntes intentaron desesperadamente intervenir, usando matafuegos de manera ineficaz para contener el avance del fuego, pero las condiciones parecían ya irreversibles.
Mientras las llamas devoraban todo a su paso, el conductor del Aveo había logrado alejarse a tiempo, evitando una tragedia personal. Afortunadamente, no hubo víctimas fatales ni personas heridas, pero los daños materiales fueron devastadores. La llegada de los bomberos no logró evitar lo peor: cuando llegaron, el Aveo ya era un chasis ennegrecido, y el Peugeot 208 había alcanzado el mismo destino fatal.
A lo largo de la avenida, los testigos fueron testigos de la desesperación de quienes intentaban poner a salvo a otros vehículos cercanos. A pesar de sus esfuerzos, la magnitud del incendio se había apoderado de la escena. El origen del fuego sigue siendo incierto; se especula sobre un problema en el sistema de combustible o un cortocircuito eléctrico, pero los detalles precisos aún permanecen sin esclarecerse.
El caos fue tan intenso que, por un momento, la situación pareció fuera de control, aunque afortunadamente, las llamas no cobraron vidas. La avenida Independencia, por unos minutos, fue testigo de una escena infernal que dejó solo desolación y escombros humeantes.