Conmovedor abrazo al Faro de la Memoria y alegría doble por la aparición del nieto 138

Cientos de personas de diversos sectores de la sociedad civil, de organismos de derechos humanos se concentraron en el Faro de la Memoria para realizar un Abrazo Solidario en repudio “al vaciamiento de la Secretaría de Derechos Humanos” ante los despidos que se están realizando desde el Ministerio de Justicia “vaciando los sitios de la memoria echando a todos sus trabajadores”.

Aparición del nieto 138

La concurrida movilización coincidió con la aparición del nieto 138, lo que le dió un contexto de alegría y esperanza al sentido acto. En este sentido cabe destacar que las Abuelas de Plaza de Mayo anunció la restitución de identidad del nieto 138, un hombre de 48 años que nació mientras su madre permanecía detenida en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros clandestinos de detención más emblemáticos de la última dictadura militar.

Es hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, quienes fueron secuestrados el 10 de diciembre de 1976 en Buenos Aires. Marta, embarazada de nueve meses al momento del secuestro, dio a luz en cautiverio.

Ambos militaban en Montoneros y eran conocidos como “La Negra” y “El Negro”. Marta, nacida en Azul, Buenos Aires, tenía 30 años y era profesora de Historia, mientras que Juan Carlos, porteño, tenía 21 años. Marta tenía un hijo previo, Diego Antonio, fruto de una relación anterior, a quien Juan Carlos le dio su apellido. Diego, medio hermano del nieto 138, fue dejado en una comisaría tras el secuestro de sus padres y criado por su tío y su abuela.

La búsqueda comenzó inmediatamente. María del Carmen Villamayor, hermana de Juan Carlos, y su madre, Carmen Antonia Morinigo, presentaron habeas corpus y denunciaron el caso ante la CIDH en 1979. Por su parte, Pedro Pourtalé, tío de Marta, denunció la desaparición ante la Conadep. También fue Pedro quien rescató a Diego tras recibir un llamado de la comisaría de Villa Ballester, donde el niño había sido abandonado.

Desde niño, Diego supo que tenía un hermano. Hizo un dibujo familiar donde incluyó al bebé que esperaba. A lo largo de los años, participó en Abuelas de Plaza de Mayo para continuar con la búsqueda. Ahora, tras más de cuatro décadas de lucha, ese esfuerzo ha dado frutos, permitiendo al nieto 138 recuperar su identidad y a su familia reencontrarse con un miembro perdido.

Este reencuentro es un triunfo de la memoria, la verdad y la justicia, y un recordatorio del compromiso colectivo por reparar las heridas del pasado.