De las estanterías repletas de códigos jurídicos a las líneas de código Python; de las audiencias en tribunales a las sesiones de programación con modelos inteligencia artificial open source. Esta es la fascinante historia de Marcelo Pérez Peláez, un abogado de 50 años que ha logrado lo que muchos considerarían imposible:
Todo comenzó con un simple clic en Twitter, siguiendo a Elon Musk tras la histórica compra de la plataforma en octubre de 2022. «Fue como abrir una puerta a un mundo completamente nuevo», recuerda Pérez Peláez con el entusiasmo de quien ha descubierto un tesoro oculto. Su primer encuentro con el playground de OpenAI fue casi místico: «Le pedí que escribiera una poesía y lo hizo, y lo hizo bien. Había algo de mágico e incomprensible detrás».
Esta chispa inicial de asombro se convirtió rápidamente en una llamarada de pasión por la tecnología. Como director del medio digital NoticiasMDQ, Pérez Peláez vio en la inteligencia artificial no solo una herramienta, sino una extensión de sus propias capacidades. «La tecnología es una prótesis, una extensión de nuestro cuerpo», reflexiona, describiendo cómo ChatGPT, Mistral y Grok se convirtieron en sus mentores personales en el vasto universo del desarrollo tecnológico.
El camino no fue lineal ni sencillo. Comenzó con pequeños pasos: generación de texto, análisis de sentimientos en redes sociales, optimización de contenido. Pero la verdadera transformación llegó cuando decidió sumergirse en el mundo de la programación. «Una noche, después de una cena con dos programadores, me propuse que la misma inteligencia artificial que me había enseñado a generar contenido, me ayudara a programar», relata con una sonrisa.
La progresión fue meteórica. De HTML y JavaScript básicos, saltó a Python, el lenguaje predilecto para el desarrollo de IA. Google Colab se convirtió en su primer laboratorio virtual, donde experimentaba con códigos y algoritmos como un científico en su elemento. Pronto, esta plataforma se quedó pequeña para sus ambiciones, y dio el salto a Hugging Face, donde actualmente mantiene un portafolio de 18 aplicaciones.
Entre sus creaciones más emotivas destaca una aplicación que nació de un encuentro fortuito en las calles de Mar del Plata: un negativo fotográfico abandonado que despertó su curiosidad y creatividad. «Quería ver quiénes eran las personas en esa foto, como un marplatense que lleva 50 años en la ciudad», cuenta. Esta curiosidad lo llevó a desarrollar una aplicación que transforma negativos fotográficos en imágenes digitales, conectando el pasado analógico con el presente digital.
Su aventura tecnológica no se detiene ahí. Actualmente trabaja en la integración del modelo Llama de Meta AI con una base de datos de noticias que se remonta a 2007, creando lo que él llama «un cerebro digital» para su medio de comunicación. «Estamos creando algo que puede entender la historia y el contexto de Mar del Plata en tiempo real», explica con orgullo.
Pero más allá de los logros técnicos, Pérez Peláez mantiene una visión profundamente humana de la tecnología. «Lo que carece el sistema es de creatividad y emotividad», reflexiona, «por eso es más importante que nunca trabajar en nuestra propia creatividad, en nuestra conciencia, en nuestros valores éticos». Su experiencia como abogado le ha dado una perspectiva única sobre la importancia de mantener el elemento humano en el desarrollo tecnológico.
A sus 50 años, Pérez Peláez se siente más vivo y entusiasmado que nunca. «He cambiado radicalmente mis posibilidades de creación», dice con convicción. Su historia es un testimonio vibrante de que la edad es solo un número cuando se trata de aprender y crecer. «La capacidad de adaptarse a los cambios es lo que ha hecho que la humanidad llegue hasta donde ha llegado», reflexiona, encarnando él mismo esta adaptabilidad.
Desde su oficina hogareña en Mar del Plata, donde los códigos legales ahora comparten espacio con líneas de código Python, Pérez Peláez continúa expandiendo los límites de lo posible. Su sección de inteligencia artificial en NoticiasMDQ se ha convertido en un faro para otros que, como él, sueñan con reinventarse en la era digital. «Las limitaciones que tenemos ya no son técnicas», afirma con convicción, «son una cuestión de límites que nos imponemos los seres humanos».
Su mensaje final resuena con la sabiduría de quien ha atravesado una transformación profunda: «El que se pueda adaptar rápidamente a estos cambios y lo implemente en su vida cotidiana tendrá una ventaja cualitativa en lo inmediato». En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la historia de Pérez Peláez nos recuerda que nunca es tarde para abrazar el cambio y reinventarse. De los libros de derecho a los algoritmos de IA, su presente es un testimonio inspirador de que los únicos límites son aquellos que nos imponemos a nosotros mismos.