El administrador apostólico de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando, presidió en la Iglesia Catedral, una solemne Misa en honor a Santa Cecilia, patrona de la ciudad y la diócesis de Mar del Plata.
Ante una catedral colmada de fieles, y con la presencia del intendente Guillermo Montenegro, entre otras autoridades, el Obispo comenzó haciendo una reseña de la vida de la mártir Santa Cecilia, detallando que “vivía en el Trastevere, en aquella Roma pagana donde los cristianos profesaban su fe a riesgo de perder sus vidas.”
“Cecilia era una joven virgen que estaba comprometida con su novio Valerius, y antes de vivir juntos ella le pide que se bautice. Él lo hace por amor a su novia y al enterarse las autoridades romanas, ambos sufren el martirio”, relató monseñor Giobando y agregó “la virginidad de Cecilia no es un trofeo para su novio Valerius, sino un ánfora donde ella resguarda su integridad y el amor más puro que puede ofrecer. Cecilia amaba a Jesús como su Esposo, y en ese amor puro y virginal quería amar a los demás.”
“El una sociedad frívola donde la mujer es usada como un objeto, Cecilia y tantas vírgenes nos muestran que hay otro camino, que no todo es como parece o como lo quieran imponer, que más allá de los modelos de turno hay un grupo de vírgenes con sus lámparas encendidas”, destacó el prelado.
Ante una catedral colmada de fieles, y con la presencia del intendente Guillermo Montenegro, entre otras autoridades, el Obispo comenzó haciendo una reseña de la vida de la mártir Santa Cecilia, detallando que “vivía en el Trastevere, en aquella Roma pagana donde los cristianos profesaban su fe a riesgo de perder sus vidas.”
“Cecilia era una joven virgen que estaba comprometida con su novio Valerius, y antes de vivir juntos ella le pide que se bautice. Él lo hace por amor a su novia y al enterarse las autoridades romanas, ambos sufren el martirio”, relató monseñor Giobando y agregó “la virginidad de Cecilia no es un trofeo para su novio Valerius, sino un ánfora donde ella resguarda su integridad y el amor más puro que puede ofrecer. Cecilia amaba a Jesús como su Esposo, y en ese amor puro y virginal quería amar a los demás.”
“El una sociedad frívola donde la mujer es usada como un objeto, Cecilia y tantas vírgenes nos muestran que hay otro camino, que no todo es como parece o como lo quieran imponer, que más allá de los modelos de turno hay un grupo de vírgenes con sus lámparas encendidas”, destacó el prelado.
Recordando la historia de nuestra ciudad y su vínculo con Santa Cecilia, aseveró que “la Capilla de Santa Cecilia es el primer punto desde donde se proyecta esta ciudad, y es también punto de referencia para nuestra vida de fe, como lo es nuestra Catedral.”
Al concluir sostuvo que “aquellos primeros fundadores nos animan a seguir construyendo una ciudad donde brillen los valores del Evangelio: que nadie quede descartado al borde del camino, que en ninguna mesa falte el pan de cada día, y que crezcan los vínculos de respeto, paz y prosperidad para todos y como este mar inmenso,que baña nuestras costas, nos animemos a navegar mar adentro y echar las redes.”
Al finalizar la misa Mons. Giobando, acompañado por el párroco de la Catedral Presbítero Ariel Sueiro y del vicario Juan Pablo Arrachea, procedió a la bendición de una imagen de Santa Mama Antula que además contiene una reliquia. La misma fue colocada en la entrada del templo.