Marcela Mónica Vedda tenía 54 años, era madre de dos hijos y trabajaba como repartidora para una aplicación de delivery en la ciudad de Mar del Plata. El viernes fue encontrada asesinada en un albergue transitorio de Tandil y por el crimen se encuentra detenido su pareja, Mariano Leopoldo Wanderkauven, de 42 años, acusado de haberla ahorcado dentro de la habitación que habían alquilado.
La relación entre Vedda y Wanderkauven había comenzado hacía aproximadamente cinco años. Se trataba de una pareja intermitente, marcada por un ciclo de violencia constante. Las fuentes judiciales consultadas señalan que ambos atravesaban etapas de enamoramiento seguidas por episodios de violencia, rupturas temporales y posteriores reconciliaciones. Este ciclo tóxico derivó en el femicidio que conmociona a Tandil.
El caso es investigado por la Fiscalía de Violencia de Género de Tandil, a cargo del fiscal Guillermo Vaticano, y mientras las pruebas contra el detenido se acumulan, se conoció un antecedente de similares características que también investiga la Justicia y por el que está acusado: sucedió en septiembre del año pasado, en otro hotel alojamiento de Mar del Plata, donde Vedda fue víctima de un brutal ataque.
Según la denuncia presentada en ese momento, Wanderkauven la golpeó salvajemente, propinándole un cabezazo y sujetándola fuertemente del cuello. También le rompió el celular, un indicio del control que ejercía sobre ella. Por ese hecho, fue imputado por lesiones leves agravadas por el vínculo y daños, y esa causa aún sigue en trámite, con una requisitoria de elevación a juicio, de acuerdo a lo que pudo saber este medio.
El último episodio de violencia, que terminó con el asesinato de Vedda, ocurrió en la madrugada de este viernes en el hotel alojamiento “Los Alerces”, ubicado en el barrio Terrabuela de Tandil. La pareja había viajado desde Mar del Plata en la moto de ella para pasar unos días a solas.
Testigos del establecimiento indicaron que escucharon una fuerte discusión en la habitación donde ambos se encontraban, pero no intervinieron. Poco después, alrededor de las 4.45, el personal del hotel encontró el cuerpo de Vedda tendido en el suelo de la cochera de uno de los cuartos, junto a la moto con la que habían llegado. La autopsia reveló que la mujer murió a causa de una asfixia mecánica por compresión de los vasos del cuello.
Wanderkauven abandonó el lugar minutos antes del hallazgo del cadáver. Las cámaras de seguridad lo registraron retirándose del albergue a las 4.26. Al hacerlo, le dijo a una empleada que su pareja se había quedado durmiendo en la habitación.
Luego, deambuló por la ciudad durante cerca de dos horas e intentó escapar a Mar del Plata. Se dirigió a la terminal de ómnibus para comprar un boleto de regreso, pero no se lo vendieron porque no contaba con su documento. Su excusa fue que lo había perdido.
Ante esta situación, en la boletería le indicaron que debía ir a la comisaría para denunciar la pérdida y que podría viajar con el certificado del trámite policial. El imputado fue hasta allí, donde finalmente lo detuvieron, tras ser reconocido por los oficiales que ya lo buscaban como sospechoso del femicidio. El DNI, en tanto, nunca apareció.
Este sábado, Wanderkauven eligió mantenerse en silencio durante su indagatoria ante Vaticano. En la audiencia se mostró frío, no realizó ninguna declaración y se limitó a dar sus datos personales. Luego de ello, el fiscal pidió formalizar su detención por homicidio agravado por el vínculo en contexto de violencia de género.
Además de las dos causas mencionadas, el detenido, que se dedica a la reparación de electrodomésticos, cuenta con otro antecedente penal: tiene una condena cumplida en Santa Fe, de donde es oriundo, por delitos contra la propiedad.
El expediente por el crimen de Vedda sigue adelante con otras medidas en curso, entre ellas los análisis de sangre para determinar si el imputado había consumido drogas. Por lo pronto se sabe que en la escena del hecho sí se había consumido alcohol. De hecho, la Policía Científica halló huellas del hombre en una botella de vino y una lata de cerveza.
Para los investigadores, los elementos reunidos hasta ahora son contundentes, no solo para avanzar con la instrucción sino también para sostener la acusación de femicidio, un delito que prevé la pena de prisión perpetua.