El Observatorio de la Deuda Social (ODSA), de la UCA, presentó el informe de la pobreza y la indigencia en la Argentina para el primer trimestre de este año, respecto de igual período de 2023 y del último de 2024, en la Argentina, titulado: “Un final anunciado: más pobres, pobres que son más pobres y más desiguales”, de cuyo análisis comparado de las tasas de indigencia y de pobreza estimadas, dan cuenta de aumento significativo de ambos índices: de 8,9% a 19,8% y de 38,8% a 54,6%, respectivamente. Tasas similares a las alcanzadas por De la Rúa, Bullrich y Sturzenegger, durante el gobierno de la Alianza.
El trabajo recoge los datos obtenidos por INDEC informe sobre la Evolución de la Distribución del Ingreso del INDEC, elaborado a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para 31 aglomerados urbanos, y correspondiente al primer trimestre de 2024.
A los fines de realizar un análisis de los cambios socio-económicos ocurridos durante el último año, el ODSA, trabajó en una comparación de datos oficiales del primer trimestre de 2024 con aquellos correspondientes al primer y cuarto trimestre de 2023.
El análisis de los ingresos monetarios corrientes de los hogares y la población da cuenta de una caída del poder adquisitivo -en todos los estratos- con mayor intensidad en los estratos medios y en los más pobres, ampliando la brecha con respecto a la línea de pobreza. A esto se sumó un aumento del desempleo y escasas oportunidades de compensar la caída del ingreso real con mayor empleo informal.
El informe señala que las únicas fuentes de compensación durante el período –aunque parciales e insuficientes- fueron las transferencias sociales a los segmentos inferiores de la estructura social de la asignación universal por hijo, la tarjeta alimentar y otras asistencias). Sin embargo, ellas sólo representan hoy el 50% de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y el 25% de la Canasta Básica Total (CBT)
Aumentos de indigencia y de pobreza
El análisis comparado de las tasas de indigencia y de pobreza estimadas con base en los datos provenientes del informe de distribución del ingreso y de las bases de datos de la EPH/INDEC, -a esta altura similares a los que dieron contexto al final anticipado de la Alianza en diciembre de 2001-, dan cuenta de aumento significativo de ambos índices: de 8,9% a 19,8% y de 38,8% a 54,6%, respectivamente (19,4% o 55,4% si se sigue otra estrategia de simulación). Esto implica la existencia al 1° trimestre del año de más de 23 millones de pobres, entre los cuales habría más de 8,4 millones de indigentes.
En lo que respecta a los ingresos provenientes del mercado de trabajo, también se evidencia una pérdida de ingresos generalizada, aunque marcadamente mayor en los trabajadores de los hogares de menores ingresos que en los hogares medios más ricos de la pirámide social. Esto generó un aumento también de la brecha de ingresos laborales al interior de la estructura económico-ocupacional.
Caída del poder adquisitivo
A esta pérdida de los ingresos reales se sumó una caída aún mayor del poder adquisitivo de los haberes jubilatorios, un aumento de la desocupación y la persistencia de elevados niveles de precariedad laboral (asalariados sin afiliación a la seguridad social), todo lo cual generó un deterioro generalizado de los ingresos familiares reales, aunque con diferencias significativas al interior de la estructura social.
El período 2023-2024 se caracteriza así por un empobrecimiento generalizado de los hogares y la población -deterioro del bienestar- pero diferenciado al interior de la estructura social. Todos pierden, pero los estratos más bajos pierden más en términos absolutos y relativos. Esto da lugar a una profunda caída del bienestar económico y a una distribución de los ingresos más regresiva.
Las capas bajas las más castigadas
Entre el 1° trimestre de 2023 y el 1° trimestre de 2024, se observa que el ingreso per cápita familiar cayó un 20,8%, al mismo tiempo que la mediana de dicho ingreso un 24,6%. Pero si bien estas caídas fueron generalizadas, no fueron homogéneas al interior de la estructura social: en el 20% más rico de las clases medias la pérdida del ingreso real fue de 17,9%, mientras que para el 20% más pobre, la caída fue del 27,8%.
Estos procesos incrementaron la brecha entre el 20% más rico y el 20% más pobre de la distribución de la población aumentó 13,6 veces. Por lo mismo, el 20% más rico de las clases medias más ricas de la estructura social pasó a concentrar el 52% del ingreso, al mismo tiempo que los sectores más pobres se quedaron solo con el 4,5% del ingreso.
Aumento de la desigualdad distributiva
En este contexto, el índice de Gini que mide la desigualdad distributiva subió de 0,446 a 0,467. .
El ingreso de los ocupados cayó 18,3% en el primer trimestre de 2024 con respecto al primer trimestre de 2023, mientras que el de los asalariados retrocedió un 19,7%. En el segmento de los ocupados, el estrato más pobre perdió 24,4% en el período; el medio, 23,1%, y el alto, 12,2%. Entre los asalariados, la dinámica es similar: el estrato más bajo vio un retroceso en sus ingresos de 24,9%; mientras que el medio, 22,6% y el alto, 15,1%, Tanto los ingresos de los ocupados como el de los asalariados, perdieron, en promedio, alrededor de un 20% real en el primer trimestre del año frente al tercero de 2023. (InfoGEI)