En el barrio Santa Rita, desde hace muchos años funciona el Comedor de Rosario. En su propia casa, Coca, de 82 años, a pulmón y con su jubilación mínima, alimenta a cuarenta chicos, además de mamás y personas mayores. Sin embargo, “no recibo ayuda del Estado ni de ningún lado. Y con este frío, se necesita ropa, calzado y frazadas”, manifestó, en diálogo con “el Retrato…”.
En este contexto, Coca relató: “empecé con el comedor porque los chicos venían de la escuela y no tomaban nada. Antes no les daban de comer en las escuelas. Así comencé dando la leche y después seguí con el comedor. Vi mucha necesidad y empecé a cocinar. En un primer momento venían 20 chicos, pero ahora son un montón. Vienen 40 chicos, de todas las edades. Desde el jardín hasta la secundaria. También se acercan mamás y gente grande”.
Oriunda de Mar del Plata, Coca vive en Hernandarias 8091, casi Namuncura. “Es un sector de gente humilde”, informó. Cerca se encuentran la Escuela Primaria Nº65 “Don Luis Angel Falcone”, y la Escuela Secundaria N°79. “De las escuelas vienen muchos chicos. Les preparamos chocolatada, si tengo leche. Si no, mate cocido con leche, y también, si consigo harina, amaso. Hago desde rosquitas hasta pan”. Coca impulsa el comedor junto a miembros de su familia, sus hijos, consuegro y nietas.
Respecto a las actividades, “la comida se da los lunes y viernes. Sólo los sábados se da la merienda porque no tengo leche. No consigo”. El comedor se sustenta, en su gran mayoría, con aportes de la propia Coca, que cobra la jubilación mínima. “A veces aparece alguien con un paquete de fideos, algún puré de tomate, pero muchas cosas las pago con mi bolsillo”, señaló. Por eso, dejó su número a disposición 223 511 6237 para recibir donaciones o aportes.
“Se pasa un frío terrible”
Una de las principales dificultades que enfrenta el comedor es que no cuentan con gas natural. “Compramos garrafas que valen 7500 pesos cada una y duran 10 días. 15 si la cuidamos mucho. Si no, tenemos que cocinar con leña. Con un carrito salimos a buscar”, indicó Coca. Pero la mayor dificultad llegó con el invierno. “Lo que más se necesita es ropa para los chicos, calzado y frazadas. Piden desesperadamente porque se pasa un frío terrible”.
En este marco, detalló que “la leche se las doy en el comedor, pero la comida se la llevan a su casa. En general, en ollas. Porque hay familias de seis, siete chicos. Lamentablemente, el comedor funciona solo tres días, porque no tengo medio para ayudarle más. Antes también les daba un poco de mercadería, pero ahora no se puede”.
“Cuando empezó este gobierno se terminó la ayuda”
De este modo, Coca se refirió a la decisión del Gobierno Nacional de almacenar alimentos y no repartirlos: “me dio una bronca. Porque digo yo, ¿no podían haber dado la leche, aunque sea para que los chicos tomaran? Si viene mucha leche, yo les hago arroz con leche, alguna cosa para los chicos”.
“Antes de que cambiara el presidente, me traían la caja de leche, calzado y azúcar para los chicos. Pero después se terminó todo. Cuando empezó este gobierno se terminó todo. Ahora que cerraron el UNZUÉ, no hay más ayuda”, manifestó Coca. “Me enloquezco cuando viene una criatura a pedir algo y uno no tiene para darle. Y yo sé lo que es la miseria, porque yo me quedé sola con seis chicos. Y salí adelante. Y se lo que es la miseria de no poder darle un plato de comida a un hijo”.
“Ya no pienso nada. Porque está todo tan mal, que ya ni para pensar me da. Yo busco poner un plato de comida a las criaturas, con eso estoy contenta”, concluyó Coca.