En un clima de fiesta, se celebró un nuevo aniversario del Hogar de Cristo “Comunidades del Sur – Don Orione”, de la ciudad de Mar del Plata. El párroco, presbítero Santiago Arriola, dio la bienvenida a los presentes a la vez que agradeció la presencia del administrador apostólico, monseñor Ernesto Giobando, quien visitó por primera vez el hogar.
Por su parte, el prelado destacó que “visitar el Hogar de Cristo es como sentirse en casa, ya que como vicario de la Zona Flores, en Buenos Aires acompañaba los Hogares de Cristo.” “Al cantar ‘La vida como viene’, sabemos que la letra define el carácter de la institución, y precisamente así llegamos a la Misa: como estamos. Y Jesús nos recibe en este gran hogar que es la Iglesia.”
En la homilía monseñor Giobando se refirió a la primera lectura (Hch 16, 22-34) y expresó “Pablo y Silas la pasaron muy mal en esa prisión. Si bien no eran ladrones ni asesinos –eran discípulos- les tocó padecer así como Jesús también pasó por el peor de los castigos. Los que seguimos a Jesús tenemos que estar dispuestos también a sufrir porque Él sufrió por nosotros.”
Y agregó “me quiero detener en la figura del carcelero, que es el que cuida que no te fugues y no salgas, ya que hoy muchas veces nosotros mismos tenemos un carcelero adentro que te esclaviza y te dice ‘no tenés salida’. ¡Qué difícil cuando nos convertimos en carceleros! Pero cuando entramos acá al Hogar vemos la imagen de la cruz con la cadena rota: ¡ahí está nuestra libertad!”
“Así como Pablo y Silas cantaban a Dios en la prisión en medio de sus tormentos y sus cadenas se abrieron, hoy estamos acá alabando a Dios, porque Jesús vino a liberarnos de esas cadenas que nadie rompe y que son difíciles de romper cuando estamos solos, pero en este lugar estamos con otros, tenemos una familia. Y así como este carcelero se convirtió, el carcelero que está adentro y que me esclaviza, o me impide soñar, se tiene que convertir. Para eso estamos en la mesa del encuentro, del perdón, de la resurrección y de la vida”, reflexionó.
Finalmente recordó al padre Carlos Mugica -a pocos días de celebrarse el 50 aniversario de su muerte- y pidió “que su testimonio y el de todos los que entregan su vida al servicio de los más pobres nos ayude a jugarnos por la liberación de nuestras vidas y de la de tantos que están necesitados de que el carcelero que está adentro se convierta y pueda creer en Jesús”