“Como consecuencia de la instalación de políticas economicistas deshumanizadas nuestro país ha sufrido un fuerte retroceso socioeconómico que está derivando, con el correr de los meses, en una de las peores crisis que conoce nuestra historia” afirman en un documento dado a conocer por la Federacion de Obreqros y Empleados de Correros y Telecomunicaciones (Foecyt) ante la actual situacion económica y laboral que atraviesa el país y en especial el sector de los trabajadores al término del LXXIII Congreso Nacional del sector.
En la adeclaracion final, afsirman de manera textual:
Los dificultosos momentos que se vivieron a lo largo de los últimos años, y particularmente en los meses del actual, muestran un cuadro crítico y sumamente complejo para los sectores laborales que observamos cómo la economía, orientada hacia el mercado y el capital, no atiende la problemática social y tiende, además, a profundizar la perversa secuela de deterioros sobre el sector del trabajo y la producción nacional.
Las correcciones matemáticas que pretenden ejecutar quienes tienen la responsabilidad de gobernar la Nación, contrastan con el esfuerzo diario y constante de los trabajadores que bregamos incansablemente por el sagrado interés de la sociedad en su conjunto. Las desmedidas ambiciones de grupos especulativos, minoritarios y dominantes -que concentran el poder macroeconómico- han sembrado nuestro territorio con las vergonzosas semillas del desempleo, la desigualdad, la marginación y la exclusión social.
Estamos inmersos en una época donde las personas parecen sobrar en el sistema y la riqueza se acumula en escasas manos, todo lo cual conduce a la expulsión incesante del recurso humano de su fuente de trabajo. Sin embargo, lo más preocupante es que este cambio de paradigma mundial se acentúa con mayor velocidad en la República Argentina bajo la miserable promesa de perder calidad de vida por unos años con el fin de alcanzar un nivel de bienestar dentro de varias décadas.
Esta triste realidad que nos golpea, de seguir extendiéndose, provocará efectos de mayor empobrecimiento y su impacto nos llevará definitivamente a la crisis total de las estructuras básicas y tradicionales de la sociedad. Y es en ese marco donde los trabajadores debemos unificar voces, fuerzas y voluntades para defender nuestros sagrados derechos con nuestras propuestas superadoras, que deben ser un instrumento válido para el desarrollo integral de todos los ciudadanos sin excepción de ideologías, razas ni credos.
Revalorizando los espacios que hemos sabido conquistar durante un siglo de luchas debemos reconstruir un proceso de coordinación e integración, para garantizar adecuadamente, de manera solidaria, la reinserción definitiva del movimiento obrero organizado en un plano de convergencia económica y social sobre la base del empleo digno, salarios decentes y una verdadera red de contención social para lograr el nivel y la calidad de vida que nuestro sufrido pueblo merece.
En el plano particular, como trabajadores del Correo Oficial de la República Argentina, debemos estar preparados para afrontar los grandes desafíos que se avecinan. La defensa del Correo de todos los argentinos, que implica además nuestra fuente de trabajo, es la bandera que debemos sostener levantada sin descuidos de ninguna índole.
Los verdaderos y auténticos protagonistas de esta emblemática institución de la Patria, los que con su labor diaria encomiable propulsan a la empresa hacia un mañana -unidos como siempre y más fuertes que nunca-, consustanciados en la lucha por lo que nos corresponde, debemos estar preparados y alertas para cumplir con este nuevo mandato de la historia.
La abrupta pérdida del poder adquisitivo de los salarios posibilitada por la absurda desregulación de los mercados, en el marco general, ahonda una problemática vigente desde hace mucho tiempo en nuestra actividad, como son las condiciones propicias para que las tercerizaciones sigan redundando en jugosos negocios para sectores ajenos. Como contrapartida de ello, el estancamiento, la postergación y el riesgo de la continuidad laboral del colectivo laboral telepostal es cada día más visible.
Párrafo aparte merece el sobredimensionamiento gerencial presentado por CORASA que en nada se corresponde con este proceso contextual de ajuste, y menos aún con una inteligente asignación de los recursos existentes. Mientras se recorta el presupuesto en puestos vitales y productivos de la empresa, como ser la de trabajadores que admiten, procesan y distribuyen piezas, los cargos altamente remunerados en lugares pocos útiles se mantienen y se amplían. Este anómalo criterio para interpretar la realidad económica y financiera no hace más que deprimir las fuerzas laborales genuinas del segmento.
Si bien estos comportamientos siempre abusivos contra los trabajadores se vienen repitiendo desde sucesivas administraciones, pierden absoluta justificación en plena época de supuestas intenciones de recortes y austeridad. La fórmula es tan nefasta como infructuosa: agrandamos lo que no aporta y achicamos lo productivo.
Hoy por hoy visualizamos nuevamente la penosa postal de fines de los noventa, cuando la empresa fuera adjudicada al Grupo Socma producto de la concesión realizada por el gobierno nacional de ese entonces. Cabe preguntarnos, ¿acaso se van a aplicar las mismas recetas que se pusieron en práctica en el pasado? ¿Y si es así, debemos esperar los mismos resultados? Recordamos los mecanismos de achicamiento de aquella nefasta experiencia: vaciamiento comercial, cierre de oficinas, despido de personal, liquidación de bienes, entre otros perjuicios ocasionados y donde los principales damnificados resultamos ser los trabajadores telepostales.
Sin abundar más en este diagnóstico tan poco promisorio, renovamos nuestro compromiso de sostener un correo de bandera bajo un marco regulatorio y en defensa indeclinable del colectivo laboral telepostal. Para ello vamos a seguir luchando por la proyección y definición de propuestas debidamente planificadas para potenciar el papel que le corresponde a nuestro Correo en los tiempos que se avecinan y mantenemos la firme decisión de afrontar los compromisos, como manda nuestra sigla, con la unidad monolítica de todos los trabajadores como piedra angular del destino común.