Al menos dos mil fieles del cardenal Eduardo Pironio y de la virgen de Luján, de diferentes países y localidades provinciales, se acercaron este sábado a la plaza de la Basílica santuario de Nuestra Señora de Luján para presenciar la ceremonia de beatificación del religioso, lo que denominaron como “emocionante para alimentar nuestra fe y saber que Dios está con nosotros”.
La ceremonia de beatificación del cardenal Eduardo Pironio fue encabezada por el enviado del Papa Francisco, el cardenal Francisco Vérgez Alzaga, quien durante 23 años fue secretario del religioso beatificado.
La celebración comenzó pasadas las 11 de la mañana, en la plaza General Belgrano, en un escenario montado frente a las puertas de la Basílica santuario de Nuestra Señora de Luján.
Desde la puerta del Cabildo de la localidad bonaerense de Luján, salieron hacia el escenario junto al cardenal Francisco Vérgez de Alzaga; el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor Oscar Vicente Ojea; el obispo de Chascomús, Monseñor Carlos Humberto Malfa; y el padre Anton Witwer, quien fuera el postulador de la causa de beatificación del cardenal Pironio.
Varios fieles se amontonaban alrededor con reposeras, botellas de aguas y mantas en el piso mientras otros elegían rincones con la breve sombra que daban los árboles que rodean la plaza.
Mientras se sostenían con mantas en la cabeza para hacer frente a algunos rayos de sol, Cristian Fernández, de 50 años, padre de un seminarista, miraba el escenario de lejos junto a su hija de 10 años y su compañera.
Fue rector del Seminario de Buenos Aires también en 1960, ungido como obispo en 1964 y como cardenal en 1976 durante el papado de Paulo VI
“Conocemos hace poco la historia de Pironio, a través de mi hijo, pero este momento es muy emocionante para alimentar más nuestra fe y saber que Dios está con nosotros“, compartió Fernández, oriundo de la localidad bonaerense de Dorrego.
Otro participante, el chileno José Manuel Eiguiburen, de 75 años, quien forma parte del movimiento apostólico manquehue, una comunidad de cristianos laicos, manifestó su agradecimiento por el aporte de Pironio.
“Venimos a darle las gracias, fue un gran amigo, nos dio línea dentro de la Iglesia, nos dijo: `sean todos laicos en el movimiento` y gracias a él fue imposible y nos estimuló”, contó el hombre que comparte sus creencias en escuelas de Estados Unidos e Inglaterra, además de su propio país.
Entre tanto, desde el escenario se leyó en italiano y castellano la carta apostólica escrita por el papa Francisco.
“Concedemos que el venerable Siervo de dios Eduardo Francisco Pironio, cardenal de la Santa Iglesia Romana, humilde pastor, testigo de esperanza y paciencia evangélicas, infatigable defensor de la causa de los hermanos más pobres, de ahora en adelante sea llamado beato y que sea celebrado cada año”, atestiguaron las palabras del Papa Francisco.
Con dos pantallas a los costados del escenario, que mostraban la fotografía del cardenal Pironio, otra bandera con su imagen puesta en lo alto de la mitad de la cúpula de la Basílica, las personas que se acercaron al escenario repetían: “Viva la virgen de Luján, viva el cardenal Pironio y viva la Iglesia”.
El anuncio de la beatificación se da luego de que, en primer lugar, una junta de médicos del Vaticano constatara que la curación del bebe de 15 meses, Juan Manuel Franco, “supera la ciencia médica”.
El niño marplatense aspiró accidentalmente purpurina en el año 2006 y tras ser internado y quedar en estado de coma, su madre le rezó a una estampita del hoy santo cardenal Pironio y su hijo sobrevivió y se despertó sin rastros de elementos tóxicos en sangre, contra todo pronóstico médico.
Luego que una Comisión de Teólogos corroborara que la familia del niño había rezado a Pironio por su sanación, el Papa había reconocido en 2022 las “virtudes heroicas” de Pironio y lo convirtió en “venerable”.
Desde el escenario, se invitó a la familia Franco, Juan Manuel de 18 años, sus dos hermanos, su madre, Laura Carosa y a su compañero Mariano, a que subieran con las “reliquias” o restos del cardenal Pironio.
Tras saludar al cardenal Vérgez, se realizó una bendición a las reliquia con incienso y luego se acercaron elementos representativos de valor del beatificado, como aceite de la virgen, el ejemplar de la primera historia de la virgen de Luján, entre otras cosas.
Junto a su hijo Juan Manuel, Laura Carosa recordó cuando sucedió el episodio y dejó asentada su fe.
“Nos dimos cuenta de que nuestros rezos y la acción de Pironio revirtió su salud a los poquitos días después haber vuelto a casa, algo había pasado y que era la mano de Dios, había sido el cardenal Pironio”, reveló Carosa , quien afirmó que los profesionales médicos le habían dado un pronostico irreversible de Juan Manuel, pero a los pocos días de sus rezos, su hijo volvió a respirar por sus propios medios y creció sano los años posteriores.
“Estoy estudiando música en el conservatorio y me quiero dedicar a eso. Hoy estoy muy emocionado”, dijo Juan Manuel Franco.
Eduardo Pironio (1920-1998) fue ordenado a sus 23 años como sacerdote en el santuario de Nuestra Señora de Lujan en 1943, teólogo, profesor, decano del Instituto de Teología de la Universidad Católica Argentina en 1960, rector del Seminario de Buenos Aires también en 1960, fue ungido como obispo en 1964 y cardenal, en 1976, durante el papado de Pablo VI.
Se destacó acompañando a los jóvenes seminaristas, al laicado argentino desde la Acción Católica, participando como perito y, luego, padre Conciliar en la 3° y 4° sesión del Concilio Vaticano II, animando el pentecostés de la Iglesia latinoamericana como secretario y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) entre los años 1967-1974.
Sirvió en su ministerio siendo obispo como auxiliar en La Plata (1964), administrador Apostólico en Avellaneda (1967) y obispo titular en Mar del Plata (1972-1975).
En la Curia Romana le fue encargada por San Pablo VI la conducción de la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares, y participar de diversas congregaciones como miembro de ellas.
Después San Juan Pablo II le pidió que asumiera como Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, desde donde inspiró -leyendo las búsquedas juveniles- las Jornadas Mundiales de la Juventud.