Festival de Cine: Sin pena ni gloria va llegando a su fin en una edición para el olvido

La crisis económica que sufre el país llegó a la 38º edición del Festival Internacional de Cine. Aquellos destellos de prestigio que supo tener el encuentro más importante de cine del país quedaron en el olvido.

En esta edición, además de no tener grandes coberturas mediáticas, hasta la credencial para los periodistas dejaron de ser en formato papel. Lo electrónico ganó la parada, y los códigos QR están a la orden del día, muy a pesar de los fans coleccionistas.

Pero también el recorte llegó a las salas de cine. Este año se achicó la cantidad de salas dispuestas a proyectar las obras cinematográficas que fueron elegidas para el Festival. Las salas habilitadas de este año son: Teatro Auditorium – Sala Astor Piazzolla, Paseo Aldrey, Teatro Colón, Chauvin Centro de Creación y Espacio Unzué.

Sin ninguna proyeccion quedaron las salas del Shoping Los Gallegos, el Paseo Diagonal y el Ambasador, tradicionales espacios donde la gente, ante la casi nula difusión se acerca y allí se entera que no fueron habilitados por los organizadores.

El negocio es solo para algunos, poderosos empresarios de la ciudad. El grueso de las proyecciones se centran en el cine del nuevo shopping de la ciudad. El Hotel donde paran los elencos es el que está concesionado por un empresario español, que es el mismo dueño del shopping. A confesión de parte, relevo de pruebas.

A cuatro días que finalice, la ciudad no se enteró que se está desarrollando el Festival de Cine que supo encantar a propios y ajenos, que tuvo la primera edición en 1954 y que hasta que un gallego se metió era un orgullo marplatense.