
Tras ser designado por el Papa Francisco como nuevo arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre, obispo de la ciudad, se mostró agradecido y con mucha alegría por el nuevo camino que emprenderá, pero confesó: “En tres momentos me largué a llorar, digamos, porque realmente es un desgarrón”. A su vez, adelantó que se despedirá de Mar del Plata el sábado 9 de septiembre y que tomará su nueva función el sábado 16 de septiembre.
De esta forma, el Monseñor Gabriel Mestre se mostró agradecido con el nombramiento, aunque reconoció sentirse contrariado con el hecho de tener que abandonar la ciudad para reemplazar a Víctor Fernández, recientemente nombrado en un puesto clave en Roma. “Por un lado, experimento la gran alegría de aceptar una nueva responsabilidad, una responsabilidad mayor por lo que estructuralmente significa ser arzobispo y particularmente, arzobispo de la Plata, donde está la capital de la provincia más importante de nuestro país y, a la vez, por otro lado, el desgarrón de dejar Mar del Plata, no lo puedo negar y lo confieso públicamente”, expresó.
“En tres momentos me largué a llorar, digamos, porque realmente es un desgarrón. Soy marplatense, me tocó la dicha de ser pastor de la ciudad y la diócesis donde nací, donde crecí, donde maduré, así que es un desgarrón, pero lo acepto con muchísima alegría por cumplir la voluntad de Dios y porque también de corazón quiero a la ciudad y a la arquidiócesis de La Plata porque allí me formé para ser sacerdote”, confesó ante la prensa que se convocó en el Obispado.
Seguidamente, Mestre se refirió a cómo fue la designación y recordó que se trató de una decisión del Papa a partir de las consultas que hace a través de la Nunciatura y la Congregación de Obispos. “Viendo los perfiles posibles, yo era uno y el papa Francisco me designó como arzobispo de La Plata”, relató al mismo tiempo que aclaró que se despedirá de Mar del Plata el sábado 9 de septiembre a las 4 de la tarde con una misa que se celebrará en Catedral, mientras que tomará su nueva función una semana más tarde, el sábado 16 de septiembre.
Al ser consultado por la prensa sobre cómo se definirá su reemplazo, Mestre explicó que, una vez que asuma su nuevo cargo, se definirá un administrador interino que estará durante el resto de septiembre y hasta fines de octubre, momento en el que calculó que se nombrará al flamante obispo de Mar del Plata.
Seguidamente, realizó un análisis de los seis años que estuvo a cargo de la Diócesis de Mar del Plata y confesó: “En la ciudad fui inmensamente feliz en un montón de cosas buenas y en las dificultades, como ser la pandemia, las tensiones sociales, las discusiones en torno a la despenalización del aborto y la denuncia de abuso sexual por parte de un clero de la diócesis de Mar del Plata, hecho que fue durísimo y vergonzoso” al mismo tiempo que agradeció a los marplatenses.
En relación al nuevo camino que inicia en La Plata, Mestre remarcó que, si bien conoce parcialmente dicha ciudad, “en lo social hay ciertas similitudes con Mar del Plata” y agregó: “El espíritu que voy a llevar en La Plata es el mismo que en la ciudad: de colaboración y diálogo con la sociedad civil en todo lo que pueda aportar” al mismo tiempo que confesó que extrañará mucho el mar.
“Yo terminaba siendo la cara visible de muchas situaciones, pero detrás tenía mucho equipo que trabaja. Estos equipos están presentes vivos y actuantes y van a garantizar esta continuidad que le hace bien a la iglesia y a la sociedad de Mar del Plata, más allá de sus creencias”, completó.